La inmaculada evidencia histórica 2ª Pte.









La Sabiduría no entrará en un alma mal dispuesta, ni habitará en un cuerpo esclavo del pecado.” Sabiduría 1:4-5.



Continuando con esta segunda parte presentaremos la evidencia histórica que respalda el dogma de la Inmaculada Concepción, y que el Sr Fernando D. Savari argumenta no haber encontrado en los escritos de los padres, trataremos además de dar nuestra humilde respuesta a las acusaciones que el autor mismo hace referente a la Bula Ineffabilis Deus de Pio IX.

“2. La tradición

Si algún católico objeta que debe también tenerse en cuenta la tradición apostólica transmitida por vía oral como otra fuente de revelación, habrá que responderle que además de estar en desacuerdo con tal noción, de hecho no existe ninguna tradición confiable documentada en los primeros diez siglos del cristianismo que documente tal creencia.”

Para desmentir la objeción de que “no existe ninguna tradición confiable documentada en los primeros diez siglos”, solo hace falta voltear atrás las hojas de la historia de los siguientes concilio; el primer concilio de Braga (año 551, cf Dz. 251) y IX concilio de Toledo (Dz 282, año 675) 2º Concilio de Nicea (Dz 302, año 787) que llaman a María Inmaculada:

“De ahí que también confesamos una sola voluntad de nuestro Señor Jesucristo, pues ciertamente fué asumida por la divinidad nuestra naturaleza, no nuestra culpa; aquella ciertamente que fué creada antes del pecado, no la que quedó viciada después de la prevaricación. Porque Cristo, sin pecado concebido por obra del Espíritu Santo, sin pecado nació de la santa e inmaculada Virgen madre de Dios,..” (Dz 251).

“[Sobre la Encarnación.] Creemos que, de estas tres personas, sólo la persona del Hijo, para liberar al género humano, asumió al hombre verdadero, sin pecado, de la santa e inmaculada María Virgen, de la que fué engendrado por nuevo orden y por nuevo nacimiento. Por nuevo orden, porque invisible en la divinidad, se muestra visible en la carne; y por nuevo nacimiento fué engendrado, porque la intacta virginidad, por una parte, no supo de la unión viril y, por otra, fecundada por el Espíritu Santo, suministró la materia de la carne. Este parto de la Virgen, ni por razón se colige, ni por ejemplo se muestra, porque si por razón se colige, no es admirable; si por ejemplo se muestra, no es singular (1).” (Dz 282).

“[I. Definición.] ...Entrando, como si dijéramos, por el camino real, siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres, y la tradición de la Iglesia Católica -- pues reconocemos que ella pertenece al Espíritu Santo, que en ella habita --, definimos con toda exactitud y cuidado que de modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra materia conveniente, en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y caminos, las de nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, de la Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables.” (Dz 302).

Asi que si algún no-católico objeta que "no existe ninguna tradición confiable documentada en los primeros diez siglos del cristianismo que documente tal creencia.”, habrá que mostrarle estos concilios catolicos que no están en algún modo en desacuerdo con la noción del dogma de la Inmaculada.


“Los Padres de la Iglesia
No solamente es esta doctrina ajena a la Biblia y no es apoyada por ninguna tradición confiable. Tampoco fue enseñada por ningún escritor cristiano de los primeros siglos. Uno puede buscar en vano durante el primer milenio del cristianismo un autor tenido por ortodoxo que enseñase la inmaculada concepción. Dice Ott:
"Ni los padres griegos ni los latinos enseñan explícitamente la concepción inmaculada de María." (Ludwig Ott, obra citada, p. 316).
Pero como su libro es una exposición de la teología católica, no puede dejar ahí la cosa, y sostiene entonces que la doctrina está implícita en los Padres. Es básicamente el mismo argumento empleado antes acerca de la Escritura: la doctrina no está expresada, pero debe de estar presente en alguna forma indirecta. La inmaculada concepción quedaría implícita en el alto concepto que tuvieron estos autores de la pureza y santidad personal de María, y en el paralelismo y antítesis entre Eva y María.”

Podemos argüir que no esta “explicita” en los escritos de los Padres, pero de ahí a afirma que “no encontramos a un autor tenido por ortodoxo que enseñase la inmaculada concepción “implícitamente” en los primeros mil años del cristianismo” es errada.

Incorruptible, Pía, inmaculada, arca del pacto, "Panaghia" etc.., con estas expresiones no pueden ser mas explícitos los Padres griegos y latinos al respecto a la condición inmaculada de María. La doctrina de la Inmaculada en efecto es esbozada desde los primeros siglos por los primeros Padres como San Justino, Orígenes, Tertuliano, e Ireneo. Al respecto de los padres orientales nos dice el catecismo;

“Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" ("Panaghia"), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura". Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.” (CIC # 493).

A continuación, veamos algunos ejemplos de algunos textos extraídos de la Liturgia de la Iglesia Oriental del I al VI siglo proveídos por Aci digital;

"Por Eva la corrupción, por ti la incorruptibilidad; por aquella la muerte, por ti, en cambio, la vida... ¡El Médico, Jesús, ha venido a nosotros por ti!, para curarnos a todos, como Dios, y salvarnos... Ave. Inmaculada y Pía, salve, baluarte del mundo...". (Kondakia a la Madre de Dios Virgen; BZ 58,329-332).

"Inmaculada Madre de Cristo, orgullo de los ortodoxos, a ti te ensalzamos. Eres Vida, oh Casta, por ti has dado la vida a quienes te ensalzan...". (Himno en Honor de María Virgen; BZ 18, 345-346).

"Ave, por ti el dolor se extingue... Ave, tesoro inagotado de vida... Ave, medicina de mis miembros: Ave, salvación de mi alma". (Akathiostos, I. La Anunciación; Horologion, 887-900).

"...Oh, Virgen doncella inmaculada, salva a quienes en ti buscan refugio". (Megalinaria Festivos - Himno para la Navidad; BZ 18, 347).

"Inmaculada Madre de Dios (...) nosotros, que hemos conseguido tu protección, oh Inmaculada, y que por tus oraciones hemos sido liberados de los peligros y custodiados en todo tiempo por la Cruz de tu Hijo, nosotros todos, como se debe, con piedad, te ensalzamos... Nuestro refugio y nuestra fuerza eres tú, oh Madre de Dios, socorro poderoso del mundo. Con tus plegarias proteges a tus siervos de toda necesidad, oh sola bendita". (Troparios ciclo semanal - Theotokiaferiales; Horologion, 787-815). 

En el siglo VI, leemos en un himno compuesto por San Jaime Nisibeno: «Si el Hijo de Dios hubiera encontrado en María una mancha, un defecto cualquiera, sin duda se escogiera una madre exenta de toda inmundicia». Y a la santidad de María la califica de «Justicia jamás rota».



No es necesario proseguir con los padres Orientales porque en adelante la palabra Inmaculada, entre estos, ya tiene un significado preciso y concreto "la Toda Santa" ("Panaghia"), la exención de María del pecado original. Quedaría por tanto ver los comentarios claros y contundentes de los escritos de los padres apostólicos occidentales y lo que estos escribieron acerca de la pureza de María;




Orígenes:

“digna de Dios, inmaculada del inmaculado, la más completa santidad, perfecta justicia, ni engañada por la persuasión de la serpiente, ni infectada con su venenoso aliento.” («Hom. i in diversa»).

San Ambrosio:

“una virgen inmune por la gracia de toda mancha de pecado.” («Sermo» xxii in Ps. cxviii).

Teodoto de Ancyra:

“virgen inocente, sin mancha, libre de culpabilidad, santa en el cuerpo y en el alma, un lirio primaveral entre espinas, incontaminada del mal de Eva ni se dio en ella comunión de luz con tinieblas, y, desde el momento en que nació, fue consagrada por Dios” («Orat. in S. Dei Genitr.»).

San Proclo:

“…fue formada sin ninguna mancha”, («Laudatio in S. Dei Gen. Ort.», I, 3).

Teodoro de Jerusalén:

“… fue creada en una condición más sublime y gloriosa que cualquier otra criatura" (Mansi, XII, 1140).

San Juan Damasceno:

“…cuando la Virgen Madre de Dios nació de Ana, la naturaleza desafió anticipadamente el germen de gracia, pero quedó sin fruto (Juan Damasceno Or. i Nativ. Deip., n. 2).

Santiago de Sarug:

“…el mismo hecho de que Dios la eligió prueba que nadie fue nunca tan santa como María; si alguna mancha hubiese desfigurado su alma, si alguna otra virgen hubiese sido más pura y más santa, Dios la habría elegido y rechazado a María.” («la sentencia contra Adán y Eva, en la Anunciación»).

San Efrén:

“La Santísima Señora, Madre de Dios, la única pura en alma y cuerpo, la única que excede toda perfección de pureza, única morada de todas las gracias del más Santo Espíritu, y, por tanto, excediendo toda comparación incluso con las virtudes angélicas en pureza y santidad de alma y cuerpo... mi Señora santísima, purísima, sin corrupción, inviolada, prenda inmaculada de Aquel que se revistió con luz y prenda... flor inmarcesible, púrpura tejida por Dios, la solamente inmaculada.” («Precationes ad Deiparam», in Opp. Graec. Lat., III, 524-37). 

Para San Efrén fue tan inocente como Eva antes de la caída, una virgen alejada de toda mancha de pecado, más santa que los serafines, sello del Espíritu Santo, semilla pura de Dios, por siempre intacta y sin mancha en cuerpo y en espíritu («Carmina Nisibena»).

San Agustín:

“todos los justos han conocido verdaderamente el pecado excepto la Santa Virgen María, de quien, por el honor del Señor, yo no pondría en cuestión nada en lo que concierne al pecado.” (De natura et gratia 36).


“Permanece inconmovible el hecho de que, por más admiración que sintiesen por María, ningún Padre enseñó su concepción inmaculada, y de hecho cuando en la Edad Media comenzó a hablarse de esta doctrina, recibió una firme oposición de algunos de los teólogos más importantes de la época. La principal objeción era la universalidad del pecado y por tanto de la necesidad de redención por Cristo.”

La afirmación de que "no se empezó a hablar de esta doctrina hasta la edad media" es falsa, tal vez seria mas objetivo decir quizas que se retomaron los planteamientos hechos por lo inmaculistas anteriores por los maculistas de la edad media como un hecho mas probable. Aunque es un hecho inegable que las dificultades que debían aclara los teólogos era la universalidad del pecado y la necesidad de la redención universal de Cristo, pero el comentario de que “ningún Padre enseño la Inmaculada Concepción” es falas, de hecho, no habría habido oposición de los escolásticos de la edad media si no hubiera sido de alguna forma aceptada por los primeros Padres. Santo Tomas en su Suma Teología deberá formular alguna respuesta a los planteamientos de algunos de los Padres que aportan una visión mas inclinada hacia la inmaculada Concepción de María.

“…como dice Anselmo en su libro (De Concepta Virginali), fue conveniente que la Virgen resplandeciese con una purera tan grande, que sólo en Dios pueda concebirse otra mayor.
“Igualmente, a propósito de Juan Bautista, comenta (Ambrosio In Lúe). : Todavía no tenía espíritu de vida, y ya poseía el espíritu de la gracia. Luego, con mucha mayor razón, pudo ser santificada la Virgen María antes de la animación.” (Suma Teología III Qu.27 a.2).


¿Y que decir del antítesis y paralelismo Maria/Eva, omitidos por Savari, bein documentada y registrada en los escritos de los padres ante-Nicenos y otros padres de la Iglesia de épocas subsecuentes?




San Hipólito.- 212-235 d.C.




"En ese momento, el Salvador procedentes de la Virgen, el Arca, sacó su propio cuerpo en el mundo a partir de esa nave, que fue dorado con oro puro por dentro de la Palabra, y sin por el Espíritu Santo, de modo que la verdad era muestra sucesivamente, y la nave se puso de manifiesto .... Y el Salvador vino al mundo con el Arca incorruptible, es decir, su propio cuerpo "" (En Dan. vi., PATR. Gr.., Tom. 10, p. 648)

San Cirilo.- 315-387 d.C.

"El Arca sería el tipo y la imagen de Cristo: por si nos remontamos a la forma de la encarnación del unigénito, veremos que es en el templo de la Virgen, como en una arca que la Palabra de Dios tomó posesión de su residencia. Por habitó en él toda la plenitud de la Divinidad corporalmente como dice la Escritura. Sin embargo, los testimonios en el arca fueron las palabra de Dios, y de la madera se imperecedera, y con oro puro y selectos fue embellecido dentro y fuera " " (De ador. Spir En. Et Verit, p. 293).

San Atanasio de Alejandría.- 296-373.

"O noble Virgen, que verdaderamente son mayores que cualquier otra grandeza. Por que es su igual en grandeza, oh morada de la Palabra de Dios? ¿A quién entre todas las criaturas se comparo a ti oh Virgen? Usted es mayor de todos ellos oh Arca del Pacto, vestido de pureza en vez de oro! Usted está en la nave que se encuentra el buque de oro que contiene la verdadera maná, es decir, la carne en el que reside la divinidad." (Homilía del Papiro de Turín, 71, 216; Gambero, 106).

San Gregorio Thaumaturgus.-213-270.

"El arca es, ciertamente, la santa Virgen, dentro y dorado, que recibió el tesoro universal de santificación. Levántate, oh Señor, desde el seno del Padre, a plantear de nuevo las ruinas de la carrera de nuestro primer padre " (O rata. Deip en. Annunciat. Int.. Opp. S. Greg. Thaumaturg)

San Jerónimo.-345-420.

"He aquí una en la verdad, la sierva del Señor. Santo es, en los que no es astucia, toda sencillez .... La esposa de Cristo es el arca del pacto, dentro y sin superponerse con el oro, el poseedor de la ley del Señor. Como en el arca no había nada, pero los cuadros del Testamento, también en ti nadie desde fuera debe ser pensado. Durante este propiciatorio, como si a los querubines, el Señor se complace en sentarse .. .. El apóstol define así una virgen, que debe ser santo en el cuerpo y en espíritu ... (Epist. XXII., ad Eustoch. Nn. 18, 19, 21, 24)

San Efrén de Edesa.- 306-376 d.C.

“María y Eva, dos personas sin culpabilidad, dos personas sencillas, son idénticas. Más tarde, sin embargo, uno se convirtió en la causa de nuestra muerte, la otra la causa de nuestra vida.” (op. SYR. II, 327; Ott, 201). 


“Historia de una tradición espuria.
La primera insinuación de lo que progresivamente y no sin grave controversia condujo a la doctrina en discusión la hallamos no en Occidente, sino en Oriente. A partir del siglo VII surge en las iglesias griegas una festividad de la concepción de Santa Ana, a quien se tenía por madre de María.
El origen de esta creencia puede trazarse a uno de los libros apócrifos del Nuevo Testamento que con el tiempo adquirió enorme influencia en las creencias acerca de María. Aunque esta obra narra el nacimiento de Jesús, su propósito obvio es el de ensalzar a su madre, de la cual narra nacimiento, infancia y casamiento. Se trata del denominado Protoevangelio de Santiago.”
Este libro es uno de los llamados “evangelios de la infancia”, y se cree que data de la segunda mitad del siglo II. Obviamente no pudo haber sido escrito por ninguno de los discípulos llamados Santiago (= Jacobo). Es pues una obra pseudoepigráfica. Se escribió originalmente en griego y se tradujo al siríaco, etiópico, georgiano, sahídico, eslavo antiguo, armenio y probablemente al latín (aunque no subsisten manuscritos latinos tempranos).
Es en el Protoevangelio de Santiago que se proporcionan por vez primera los supuestos nombres de los padres de María como Ana y Joaquín. Aunque, como dice Elliott, “las doctrinas desarrolladas de la mariología pueden trazarse hasta este libro”, en la antigüedad el libro fue paradójicamente prohibido por la Iglesia occidental porque enseñaba que María fue la segunda esposa de José.
En cambio, tuvo como dije gran popularidad en el Oriente, y probablemente explica el origen de una festividad dedicada a la concepción pasiva de María, supuestamente ocurrida luego de una prolongada esterilidad de Ana, su madre, y anunciada por un ángel (tal como enseñaba el pseudo Santiago).”

Aquí Savari objeta que la obra apócrifa el “Protoevangelio de Santiago” seria la cual marcara la pauta para el dogma de la Inmaculada. Pudiera ser mas aceptable también aquí, en cuanto que este apócrifo influyo (como apoyo histórico) de la fiesta de la Inmaculada, pero es equivoco decir que fue el inicio de la creencia del dogma, si Savari hubiera considerado las palabras registradas en las actas del martirio de San Andrés, apóstol, pudiera haber constatado que hay evidencia mas antigua que el susodicho Protoevangelio. En estas actas se leen estas palabras que el gran apóstol dirigió al Procónsul: «Y puesto que de tierra fue formado el primer hombre, quien por la prevaricación del árbol viejo trajo al mundo la muerte, fue necesario que, de una virgen Inmaculada, naciera hombre perfecto el Hijo de Dios, para que restituyera la vida eterna que por Adán perdieron los hombres».

Además varios otros apócrifos mas tempranos que el famoso “proto-evangelio de Santiago” discurren entre sus líneas el hecho de que María dio a luz a Jesús sin dolores de parto, lo cual implica claramente que ella no estaba bajo la pena del pecado original.

"El informe sobre el niño se divulgó en Belén. Algunos dijeron, 'La Virgen María ha dado a luz dos meses después de que ella se casara." Y muchos dijeron, "Ella no ha dado a luz, la partera no ha subido a ella, y no se oyeron gritos de dolor. '" (Ascensión de Isaías 11. 70 d.C).

"El Espíritu abrió la matriz de la Virgen, y ella recibió concepción y dio a luz, y así que la Virgen llego a ser una madre con muchas misericordias, y entro en labor de parto, y dio a luz un Hijo, sin incurrir en el dolor. Y porque no estaba suficientemente preparada no busco una partera, (porque El la trajo a dar a luz así). Ella por su propia voluntad dio a luz como los humanos, y lo pario abiertamente, y lo hizo con gran dignidad, y lo amo en sus panales y lo cuido tiernamente, y lo presento con majestuosidad. Aleluya dolor (Odas de Salomón 19:6,10. 80 d.C).
 

“Más tarde esta fiesta se introdujo en occidente, al principio en el sur de Italia y quizá en Irlanda allá por el siglo IX. A principios del siglo XII la celebración de la concepción de María comenzó a infiltrarse en la liturgia. Por la misma época dos monjes británicos, Eadmer y Osberto, comenzaron a enseñar que en su concepción María había sido libre del pecado original.”
El hecho indisputable de que tal creencia era una novedad en la Iglesia de Roma queda evidenciado por la reacción del Doctor Melifluo, Bernardo de Claraval (1090-1153; el mismo que escribió Las glorias incomparables de María). Cuando la fiesta de la Inmaculada Concepción se introduce en Lyon en 1140, el abad de Claraval “la desaconseja como novedad infundada, enseñando que María había sido santificada después de su concepción...” (Ott, o.c., p. 317; negritas añadidas).”

La reacción de San Bernardo es aceptable hasta cierto punto en tanto que desconocía que la fiesta había sido celebrada en la rica tradición de las Iglesias griega y Siria respecto de la impecabilidad de María, de ahí que el reprobaba haberse arrogado tal autoridad sin haber consultado antes a la Santa Sede. Por otro lado, es evidente que él pensó sólo en la concepción activa o en la formación de la carne, y que la distinción entre la concepción activa, la formación del cuerpo y la animación del alma había sido ya inducida, y no advirtió como sus contemporáneos la posibilidad de santificación en el momento de la infusión del alma. Por eso escribió que sólo se puede hablar de santificación después de la concepción, la cual haría santo el nacimiento, no la concepción misma, (Scheeben, «Dogmatik», III, p. 550) «muy en contra de la postura protestante en general». Por eso fue respondido enseguida en un tratado escrito o por Ricardo de San Víctor o por Pedro Comestor. En este tratado se apela al hecho de que existe una fiesta que ha sido establecida para conmemorar una tradición que mantenía que la carne de María no necesitaba purificación; que fue santificada antes de la concepción.


“Oposición de Tomás de Aquino. 


El decidido antagonismo de Bernardo de Claraval a la doctrina de la inmaculada concepción no fue en absoluto un caso aislado. De igual modo, los principales teólogos católicos del mismo siglo y del siguiente se opusieron a la doctrina de la inmaculada concepción. Entre ellos cabe mencionar a Pedro Lombardo (1100-1160), Alejandro de Hales (1170-1245), Buenaventura (1221-1274), Alberto Magno (1200-1280) y su más grande discípulo, Tomás de Aquino (1225-1274). Este último enseñaba que María fue santificada desde el vientre de su madre, pero no desde el instante mismo de su concepción, sino más tarde. Tomás escribió en la Summa Theologica según su método acostumbrado, los argumentos (Objeciones) a favor de la inmaculada concepción. Vale la pena transcribir su exposición. 
¿Fue la Bendita Virgen santificada antes de recibir el alma? 
Objeción 1. Pareciera que la Bendita Virgen fue santificada antes de recibir el alma. Porque, como hemos dicho, se le otorgó más gracia a la Virgen Madre de Dios que a cualquier otro santo. Ahora bien, parece que se les concedió a algunos ser santificados antes de la recepción del alma. Pues está escrito (Jer. 1:5): "Antes de que te formase en el vientre de tu madre, yo te conocí"; y el alma no es infundida antes de la formación del cuerpo. De igual modo dice Ambrosio de Juan el Bautista (Comment. in Luc. i, 15): "Aún el espíritu de vida no estaba en él y ya poseía el Espíritu de gracia." Mucho más, por tanto, pudo la Bendita Virgen haber sido santificada antes de la animación. 
Objeción 2. Además, como dice Anselmo (De Concep. Virg. xviii), "fue apropiado que esta Virgen resplandeciese con tal pureza que por debajo de Dios no puede imaginarse ninguna mayor ": por lo cual está escrito (Cant 4:7): "Tú eres en todo hermosa, mi amada, y no hay mancha en ti." Pero la pureza de la Bendita Virgen podría haber sido mayor si ella nunca hubiese estado manchada por el contagio del pecado original. Por tanto, le fue concedido ser santificada antes de que su carne recibiese el alma. 
Objeción 3. Además, como se dijo arriba, no se celebra ninguna fiesta excepto la de algún santo. Pero algunos guardan la fiesta de la Concepción de la Bendita Virgen. Por tanto pareciera que en su mismísima concepción fue santa; y de aquí que fue santificada antes de recibir el alma. 
Objeción 4. Además, el Apóstol dice (Rom. 11:16): "Pues si la raíz es santa, así son las ramas." Ahora bien, la raíz de los hijos son sus padres. Por tanto, la Bendita Virgen pudo ser santificada ya en sus padres, antes de recibir el alma. 
Por el contrario. Las cosas del Antiguo Testamento eran figuras del Nuevo, según 1 Cor. 10:11: "Todas las cosas les ocurrieron en figura." Ahora bien, la santificación del Tabernáculo, del cual está escrito (Salmo 45:5): "El Altísimo ha magnificado su propio tabernáculo” parece significar la santificación de la Madre de Dios, quien es llamada “el Tabernáculo de Dios” según el Salmo 18:6: "Él ha establecido su tabernáculo en el sol.” Pero del tabernáculo está escrito (Ex. 40:31,32 [¿?]): "Después de que todo fue perfeccionado, la nube cubrió el tabernáculo del testimonio, y la gloria del Señor lo llenó.” Por tanto tampoco la Bendita Virgen fue santificada hasta que todo en ella fue perfeccionado, es decir, su cuerpo y alma. 
Respondo que. La santificación de la Bendita Virgen no puede entenderse como ocurrida antes de la recepción del alma, por dos razones. Primero, porque la santificación de la que hablamos no es sino la limpieza del pecado original; pues la santificación es una “limpieza perfecta”, como dice Dionisio (Div. Nom. xii). Ahora bien, el pecado original no puede ser quitado excepto por gracia, el sujeto de la cual es solamente la criatura racional. Por tanto, antes de la infusión del alma racional, la Bendita Virgen no fue santificada. 
Segundo, porque, ya que solamente la criatura racional puede ser el sujeto del pecado, la descendencia concebida no es capaz de pecar. Y así, en cualquier manera en que la Bendita Virgen hubiese sido santificada antes de recibir el alma, nunca hubiese podido incurrir en la mancha del pecado original; y de este modo no hubiese necesitado la redención y salvación que son por Cristo, de quien está escrito (Mt. 1:21): "Él salvará a su pueblo de sus pecados.” Pero esto es inapropiado, por implicar que Cristo no es el “salvador de todos los hombres”, como es llamado (1 Tim. 4:10). Se sigue, por tanto, que la Bendita Virgen que santificada después de recibir el alma. 
Respuesta a la objeción 1. El Señor dice que “conoció” a Jeremías antes de que fuese formado en el vientre, por conocimiento, es decir, de predestinación; pero dice que lo “santificó” no antes de su formación, sino antes de que “saliera del vientre”, etc. Con respecto a lo cual dice Ambrosio, o sea que en Juan el Bautista no estaba el espíritu de vida cuando ya estaba el Espíritu de gracia, por espíritu de vida no hemos de entender el alma que da vida, sino el aire que respiramos. O puede decirse que en él no estaba el espíritu de vida, esto es el alma, en cuanto a sus operaciones manifiestas y completas. 
Respuesta a la objeción 2. Si el alma de la Bendita Virgen nunca hubiese incurrido en la mancha del pecado original, esto sería lesivo de la dignidad de Cristo, por causa de que él es el universal Salvador de todos. Consecuentemente después de Cristo, quien, como Salvador universal de todos, no necesitaba ser salvado, la pureza de la Bendita Virgen ocupa el lugar más elevado. Pues Cristo no contrajo el pecado original en absolutamente ninguna manera, sino que fue santo desde su mismísima concepción, según Lucas 1:35: “El santo Ser que nacerá de ti será llamado el Hijo de Dios.” Pero la Bendita Virgen ciertamente contrajo el pecado original, mas fue limpiada de él antes de su nacimiento desde el vientre. Esto es lo que se significa (Job 3:9) donde está escrito de la noche del pecado original “que espere luz”, es decir, Cristo, “y no la vea” (porque “nada inmundo viene a ella”, como está escrito, Sap 7:25), "que tampoco vea el rayar de la aurora” , esto es de la Bendita Virgen, quien en su nacimiento era inmune al pecado original. 
Respuesta a la objeción 3. Aunque la Iglesia de Roma no celebra la Concepción de la Bendita Virgen, sí tolera la costumbre de ciertas iglesias que sí guardan aquella fiesta, por lo cual ella no ha de ser enteramente reprobada. De todos modos, la celebración de esta fiesta no nos da a entender que ella era santa en su concepción. Pero ya que no se sabe cuándo fue santificada, la fiesta de su Santificación, más que la fiesta de su concepción, se celebra en el día de su concepción. 
Respuesta a la objeción 1. La santificación es doble. Una es la de toda la naturaleza: en la medida en que toda la naturaleza humana es liberada de toda corrupción de pecado y castigo. Esto ha de ocurrir en la resurrección. La otra es la santificación personal. Ésta no se transmite a los hijos engendrados de la carne; porque no considera la carne, sino la mente. Consecuentemente, aunque los padres de la Bendita Virgen fueron limpiados del pecado original, de todos modos ella contrajo el pecado original, ya que fue concebida por vía de la concupiscencia de la carne y la relación entre varón y mujer; pues dice Agustín (De Nup. et Concup. i): "Toda carne nacida de relación carnal es pecaminosa." 
Tomás de Aquino, Summa Theologica III, 27: 2. [1] 

Seguro que muchos protestantes al leer este artículo de Savari citando a Santo Tomas dirán; ¡Ohhh Santo Tomas, el gran doctor de la Iglesia católica que incluso se estudia en los seminarios, en radical oposición con la doctrina de la Inmaculada concepción! Pero la realidad es otra. En efecto, Santo Tomás mismo suministró los principios que (después de ser considerados en conjunto), suscitaron otros pensamientos que contribuyeron a la solución de esta dificultad desde sus propias premisas, ya que mismo Santo Tomás se había pronunciado primero a favor de la doctrina en su tratado sobre las «Sentencias» (en I Sent. c. 44, q. 1 ad 3). Pero si Santo Tomás, San Buenaventura y otros teólogos de esa época hubieran conocido el sentido de la definición de 1854, la habrían defendido con firmeza de sus oponentes como el mismo Savari y otros anti-inmaculistas de su época. Leamos por ejemplo la Suma Teología III Q.27, 5 antes de la citada por Savari para subrayar algunos puntos clave que servirían posteriormente en el desarrollo y maduración del dogma.

Objeciones por las que parece que la Santísima Virgen no obtuvo la plenitud de gracia, o la perfección, por la santificación en el seno materno.

Objeciones: 1. Esto parece que es un privilegio de Cristo, conforme a lo que se lee en (Jn 1,14) : Lo vimos, como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Pero lo que es propio de Cristo no se ha de atribuir a otro. Luego la Santísima Virgen no recibió la plenitud de gracia en su santificación.

2. a lo que está lleno y es perfecto no se le puede añadir nada, porque es perfecto lo que no carece de nada, como se dice en III Phys. . Pero la Santísima Virgen recibió luego un aumento de la gracia al concebir a Cristo, conforme a lo que se le dijo según (Lc 1,35) : El Espíritu Santo vendrá sobre ti. Y volvió a recibirlo cuando fue asunta a los cielos. Luego da la impresión de que no tuvo la plenitud de las gracias en su primera santificación.

3. Dios no hace nada en vano, como se dice en I De Cáelo et Mundo. Pero hubiera tenido en vano determinadas gracias, que nunca ejercería, pues no leemos que eÜa haya enseñado, lo cual es un acto de sabiduría; o que haya hecho milagros, que es un acto de una gracia gratis dada. Por consiguiente, no tuvo la plenitud de las gracias.

Contra esto: están las palabras del ángel: Dios te salve, llena de gracia (Lc 1,28) . Jerónimo, en el sermón De A.ssumptione, las expone diciendo: Perfectamente llena de gracia, porque a los demás se les otorga parcialmente, mientras que en María infundió (Dios) la plenitud de la gracia.

Respondo: Cuanto algo está más cerca del principio en cualquier género de cosas, tanto más participa de los efectos de dicho principio. De donde infiere Dionisio, en el c.4 De Cael. Hier., que los ángeles, por estar más cerca de Dios, participan en mayor medida que los hombres de las excelencias divinas. Cristo es el principio de la gracia: como autor, por su divinidad; como instrumento, por su humanidad. Por esto se dice en (Jn 1,17) : La gracia y la verdad vino por Jesucristo. Ahora bien, la Santísima Virgen María gozó de la suprema proximidad a Cristo según la humanidad, puesto que de ella recibió la naturaleza humana. Y, por tanto, debió obtener de Cristo una plenitud de gracia superior a la de los demás.

A las objeciones:

Soluciones: 1. Dios da a cada uno su gracia en conformidad con la misión para la que le elige. Y como Cristo, en cuanto hombre, fue predestinado y elegido para ser Hijo de Dios con poder de santificar (Rm 1,4), poseyó como propio tener tal plenitud de gracia que se derramase sobre todos, de acuerdo con lo que se dice en (Jn 1,16) : De su plenitud hemos recibido todos. Ahora bien, la Santísima Virgen María poseyó tal plenitud de gracia, que fue la más próxima al autor de dicha gracia, hasta el extremo de recibir en sí misma al que está lleno de toda gracia y, al darlo a luz, hacer llegar la gracia a todos. (Suma Teología III Q.27 a.5).

“Soluciones: 1. La Santísima Virgen, que fue elegida por Dios para madre suya, alcanzó una gracia de santificación superior a la de Juan Bautista y a la de Jeremías, elegidos para prefigurar de modo especial la santificación de Cristo. Señal de esto es que a la Santísima Virgen le fue concedido no pecar jamás ni mortal ni venialmente; en cambio, a los otros santificados se cree que les fue otorgado no pecar mortalmente, mediante la protección de la gracia divina.

(Suma Teología III Qu.27 a.6). 

Resumen respecto a lo del doctor angélico; 

Dios, repite Santo Tomás no está obligado al orden de la culpa a la pena, como tampoco del orden de la causa al efecto. Dios puede, por una gracia especial, aquí por la previsión de la redención de su Hijo, liberar del pecado original en cuanto acto de la persona, permaneciendo en cuanto débito de la naturaleza. (Es lo que hizo con la Virgen María). Esta doctrina tomista fue la que hizo progresar la verdadera teología del misterio de la Inmaculada hasta verlo claro los teólogos y el Magisterio de la Iglesia y ser proclamado solemnemente por el Papa Pío IX: Inmaculada Redimida, es decir, previstos los méritos redentores de Jesucristo.


“3. La verdadera base de la doctrina: el “sentir del pueblo”
A pesar de la firme oposición de los maestros de los siglos XII y XIII, la doctrina de la inmaculada concepción ganó terreno en parte gracias a la defensa que de ella hicieron los franciscanos, en particular Juan Duns Escoto (1264-1308). El llamado Doctor Subtilis acuñó incluso el peculiar término “prerredención” para expresar su idea de que no es absolutamente necesario que la santificación preceda cronológicamente a la infusión del alma, sino que basta una prioridad conceptual.”
“Según Duns Escoto, María necesitó ser redimida por Cristo como cualquier otro ser humano, pero accedió a la forma más perfecta de redención, aquella que no la limpió sino que la preservó del pecado original. La falta absoluta de precedente bíblico y la ausencia de necesidad lógica de esta extraña y novedosa enseñanza no bastaron para atenuar el entusiasmo popular. Lo cierto es que el Doctor Subtilis le proveyó a los fieles de la Iglesia de Roma una excusa más o menos racional para enseñar lo que la gente prefería creer.”

Comentario: Con lo que Savari viene martillando a lo largo de su artículo según hemos visto, si hay controversia y oposición sobre una doctrina en los escritos de Santo Tomas, el papa Pio IX y el “X” teólogo no puede ser verdadera. Lo que si es un hecho es que no encontramos controversia sobre la Inmaculada Concepción en el continente europeo antes del siglo XII. La oposición de los teólogos del los siglos XII y XIII era como ya explicábamos era la dificultad del pecado universal, pero ello solo llaga a demostrar la autoridad de la Iglesia y la sabiduría y prudencia del Magisterio que esperaría la maduración del fruto de esta doctrina cuando en efecto la teología descubre en el siglo XIV gracias al teólogo Franciscano Dunss Scoto el termino “pre-redención”, (peculiar, pero en perfecta harmonía). El Catecismo de la Iglesia Católica en efecto afirma que ella fue "redimida de una manera más excelsa, en razón de los méritos de su Hijo" (CIC 492).

Para el Beato Escoto, el pecado original no consiste más que en la negación de la gracia que se debiera poseer, porque en efecto el pecado es la ausencia de la gracia, como la obscuridad ausencia de luz. Y por eso Escoto no ha de dar prioridad en preguntarse sobre la carne, como hacían los anteriores. Escoto va aplicando el argumento desde el punto de vista de Cristo Redentor perfectísimo, desde el punto de vista del pecado, desde el ángulo de María como predestinada llegando siempre a la misma conclusión. Su argumento quedó sintetizado para la posteridad con aquellas cuatro celebérrimas palabras: “Potuit, decuit, ergo fecit”, “pudo, convino, luego lo hizo”. Podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía lo hiciera por su misma honra, luego lo hizo.

Pongamos el siguiente ejemplo; Se dice según el orden humano, es mayor el merito de aquel que preserva a alguien de un golpe que curarle la herida después de habérselo propinado. Cuando la concepción ocurre, Dios crea el alma para el concebido, fue en ese mismo instante que Dios aplico los meritos eternos de que nos consiguió la cruz de Cristo al alma de María, y esto es debido a que Dios no esta atado por las leyes físicas del tiempo y del espacio. Era una simple materia para el Creador del Universo el prevenir el pecado original de manchar el alma humana de Jesucristo, y El sin duda, hizo lo mismo por María cuando ella fue concebida.

En las concepciones anteriores de ciertos consagrados Dios exigía una cualidad moral y pureza de la progenitora o progenitores donde Dios saca ventaja de su esterilidad para mostrar su poder por un lado, pero también como exigencia del honor del consagrado naciente que sirven de modelo para la Inmaculada concepción de María y su virginidad perpetua.

Un ejemplo lo tenemos en la concepción de Sansón, Dios había prohibido a “Manoa” la madre de Sansón cualquier alimento impuro (antes de la concepción de Sansón) “Pero me dijo esto: "Vas a concebir y dar a luz un hijo. Por eso, desde ahora no bebas vino ni bebida alcohólica y no comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el vientre de su madre y hasta el día de su muerte". (Jueces 13:7). Así también otros ungidos y consagrados como el caso de Juan el Bautista que se dice de sus procreadores; “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.” (Lucas 1:5-7).

Por supuesto que el nacimiento de Cristo requería por parte de la progenitora una santidad y pureza mas perfecta como lo exigía el mismo naciente, Hijo de Dios, y no de una madre que había incurrido de igual manera en el pecado universal de todos los hijos de Eva incurrimos.


“A partir de entonces quedó relativamente allanado el camino para la doctrina de la Inmaculada Concepción. En 1439 el Concilio de Basilea, que no es tenido por ecuménico en el catolicismo, afirmó la creencia como una opinión piadosa conforme a la fe católica, la razón y las Escrituras. En 1476 el papa Sixto IV, franciscano como el Doctor Subtilis, aprobó la fiesta de la Inmaculada Concepción con su propia liturgia. A pesar de sus obvias simpatías hacia la doctrina, Sixto se abstuvo de transformarlo en un dogma. Y es que todavía distaba de ser unánimemente aceptado en Occidente.
Prueba de ello es que en la Constitución Grave nimis del 4 de setiembre de 1483, el mismo Sixto IV debió censurar duramente a los predicadores que “no se han avergonzado de afirmar hasta ahora públicamente en sus sermones al pueblo por diversas ciudades y tierras ... que todos aquellos que creen y afirman que la inmaculada Madre de Dios fue concebida sin mancha de pecado original, cometen pecado mortal, o que son herejes celebrando el oficio de la misma inmaculada concepción, y que oyendo los sermones de los que afirman que fue concebida sin esa mancha, pecan gravemente”. Al mismo tiempo, Sixto IV tampoco admitió que se condenase a quienes se oponían al dogma; en la misma Constitución, en efecto, reprendía también a los que
...se atrevieren a afirmar que quienes mantienen la opinión contraria, a saber, que la gloriosa Virgen María fue concebida con pecado original, incurren en crimen de herejía o pecado mortal, como quiera que no está aún decidido por la Iglesia Romana y la Sede Apostólica... (Denzinger # 735).”

Comentario: No fue en ningún momento inoportuno que el papa Sixto IV persuadiera a la Iglesia y a sus pastores de no proclamarse públicamente sobre una doctrina que no había sido aun definida, y que en efecto, pudiera ser que se pudiera llegar a caer en la herejía al irse por ambos extremos, lo que si esta demás es la afirmación de que el papa Sixto "se abstuvo de transformarlo en un dogma", cuando quizás ni siquiera paso por la mente del Papa. Poniéndolo más en perspectiva he aquí lo que dijo Sixto; Sic. [De la Constitución Grave nimis, de 4 de septiembre de 1483]

Dz 735. A la verdad, no obstante celebrar la Iglesia Romana solemnemente pública fiesta de la concepción de la inmaculada y siempre Virgen María y haber ordenado para ello un oficio especial y propio, hemos sabido que algunos predicadores de diversas órdenes no se han avergonzado de afirmar hasta ahora públicamente en sus sermones al pueblo por diversas ciudades y tierras, y cada día no cesan de predicarlo, que todos aquellos que creen y afirman que la inmaculada Madre de Dios fué concebida sin mancha de pecado original, cometen pecado mortal, o que son herejes celebrando el oficio de la misma inmaculada concepción, y que oyendo, los sermones de los que afirman que fué concebida sin esa mancha, pecan gravemente...

Nos, por autoridad apostólica, a tenor de las presentes, reprobamos y condenamos tales afirmaciones como falsas, erróneas y totalmente ajenas a la verdad e igualmente, en ese punto, los libros publicados sobre la materia... [pero se reprende también a los que] se atrevieren a afirmar que quienes mantienen la opinión contraria, a saber, que la gloriosa Virgen María fué concebida con pecado original, incurren en crimen de Herejía o pecado mortal, como quiera que no está aún decidido por la Iglesia Romana y la Sede Apostólica...”


“4. Un Magisterio vacilante.
La conducta del papa Sixto IV impresiona por una parte como la de un administrador ecuánime y digno de encomio, pero por otra ilustra claramente cómo se establecieron los dogmas peculiares del catolicismo. Según enseña hoy la doctrina católica, en virtud de su oficio apostólico como sucesor de Pedro y vicario de Cristo en la tierra, el papa tiene el carisma de la infalibilidad, que le libra de error al definir dogmáticamente asuntos referidos a la doctrina y a las costumbres. Si esto fuera cierto, resulta muy difícil de explicar por qué se abstuvo de zanjar dogmáticamente la cuestión en lugar de pronunciarse de manera definida según sus atribuciones y responsabilidades. La razón es, desde luego, que la doctrina de la infalibilidad papal todavía no había sido concebida.”

Definicion del "Pronunciamieno ex-cathedra": "Cualidad del magisterio de la Iglesia cuanto éste se expresa en definiciones dogmáticas, ya del concilio ecuménico, ya del papa que habla ex cathedra, o en la acción unánime del episcopado unido al papa." (c. 337 § 2). (Vocabulario de derecho canónico 500)

El error que cometen muchos protestantes es creer que una definición dogmatica equivale a una nueva doctrina, los dogmas evolucionan en la medida de la conciencia que de ellos va adquiriendo la misma Iglesia un dogma no evoluciona en su contenido sino en su revelación. Dice Pio X al respecto;

"¿Ha establecido la Iglesia alguna nueva verdad de fe al definir que el Papa es infalible? - No, señor; la Iglesia no ha establecido ninguna nueva verdad de fe al definir que el Papa es infalible, sino solamente ha definido, para oponerse a los nuevos errores, que la infalibilidad del Papa, contenida ya en la Sagrada Escritura y en la Tradición, es una verdad revelada por Dios, y, por consiguiente, que ha de creerse como dogma o artículo de fe. (Catecismo San. Pio X 204).


Ahora bien la función de infalibilidad es exclusiva del sumo pontífice, pero esta virtud como sabemoses ejercida también por un concilio ecuménico. Este carisma del sumo pontífice como pastor infalible en cuestiones de fe y moral, esta autoridad podemos trazarla al mismo Pedro y a los escritos del Papa Clemente, y posteriormente en los siguientes decretos se establecería la autoridad del sumo pontífice como lo registra el concilio de Sárdica;

"Sobre el primado del Romano Pontífice (2) [Versión sobre el texto auténtico latino]
Dz:57b Can. 3 [Isid. 4]. Osio obispo dijo: También esto, que un obispo no pase de su provincia a otra provincia donde hay obispos, a no ser que fuere invitado por sus hermanos, no sea que parezca que cerramos la puerta de la caridad. -- También ha de, proveerse otro punto: Si acaso en alguna provincia un obispo tuviera pleito contra otro obispo hermano suyo, que ninguno de ellos llame obispos de otra provincia. -- Y si algún obispo hubiera sido juzgado en alguna causa y cree tener buena causa para que el juicio se renueve, si a vosotros place, honremos la memoria del santísimo Apóstol Pedro: por aquellos que examinaron la causa o por los obispos que moran en la provincia próxima, escríbase al obispo de Roma; y si él juzgare que ha de renovarse el juicio, renuévese y señale jueces. Mas si probare que la causa es tal que no debe refregarse lo que se ha hecho, lo que él decretare quedará confirmado. ¿Place esto a. todos? El Concilio respondió afirmativamente."



“Es harto significativo que incluso en el siglo XVI, el Concilio de Trento, sin tratar específicamente el tema, dejara explícitamente fuera del Decreto sobre el pecado original del 17 de junio de 1546, a la Bienaventurada María, sin pretender avanzar en el asunto de la inmaculada concepción más allá de lo que lo había hecho Sixto IV un siglo y medio antes.
Declara, sin embargo, este mismo santo Concilio que no es intención suya comprender en este decreto, en que se trata del pecado original, a la bienaventurada e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, sino que han de observarse las constituciones del Papa Sixto IV, de feliz recordación, bajo las penas en aquellas Constituciones contenidas, que el Concilio renueva.” (Denzinger # 792).
Es muy significativa la reticencia del Concilio de Trento, piedra angular de la contrarreforma católica, en definir de una vez la doctrina de la inmaculada concepción, si se tiene en cuenta que este Concilio no vaciló en establecer para la Iglesia de Occidente una serie de dogmas fundamentales.” 
Si nos situamos en el contexto histórico del concilio de Trento que como bien se afirmaron una serie de dogmas fundamentales para la Iglesia, el dogma de la Inmaculada era algo fundamental sin lugar a dudas, pero las constituciones de Trento habrían de dar prioridad a las herejías de los reformistas protestantes en los que María no era el foco de las discordias entre los reformistas y la Iglesia, quizás ese fue un motivo que el concilio solo “renovó” las constituciones del Papa Sixto. Sabemos además que para los padres reformistas el tema de la Inmaculada y las prerrogativas de María no eran causa de discordia y por el contrario tiempo después Lutero mismo dejaría bien asentados sus favoritismos hacia la santidad y pureza de María.

“... de modo que mientras que el alma le era infundida, ella al mismo tiempo era limpiada del pecado original..... y entonces, en el momento mismo en que ella comenzó a vivir, fue libre de todo pecado". (Martin Luther's Works, vol 4, pg 694 Sermón, "Sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios"1527).

"Dios formó el alma y el cuerpo de la Virgen María llenos del Espíritu Santo, de modo que ella fuera libre de todo pecado" (ibid. vol 52, pg 39).

". . . Ella es llena de gracia, proclamada de ser totalmente libre de pecado... la Gracia de Dios la llena con todo bien y la hace libre de todo mal....Dios es con ella, significa que todo lo que ella hizo o dejó de hacer es divino y la acción de Dios en ella. Más aún, Dios la ha protegido y guardado de todo lo que pudiera dañarle." (Ref: Luther's Works, American edition, vol. 43, p. 40, ed. H. Lehmann, Fortress, 1968).

“Creo y sé que la Escritura nos enseña que sólo la segunda persona en la deidad, es decir, el Hijo, se hizo verdadero hombre, concebido por obra del Espíritu Santo sin intervención de hombre, nacido de la pura y santa Virgen María, como de una real y natural madre, tal como lo narra San Lucas (Lc 1,26 y ss) claramente y los profetas lo habían predicho (Is 7, 14)» (Confesión acerca de la Santa Cena de Cristo, Martín Lutero, Obras de Martín Lutero, t.5, Ed. Paidós, 1971, pág. 529).

“María lo atribuye espontáneamente a la gracia de Dios, no a su mérito. Si bien estaba sin pecados, esta gracia es tan eximia que de ningún modo era digna de ella. ¿Cómo podría ser una criatura digna de ser madre de Dios?” (Obras de Martín Lutero, Ediciones La Aurora, Bs. Aires, 1979, t. 6, pág. 406).

“Al igual que la madera, no tuvo otro mérito que el de estar preservada por Dios y ser apta para la cruz, así María no tiene otra dignidad que la de estar preservada divinamente y ser apta para ser Madre-de-Dios” (Das Magnificat, W 7, 573).

“En el capítulo segundo del evangelio según Lucas leemos (Lc 2, 22 y ss) que la Virgen María se presentó en el templo después de las seis semanas prescritas para ser declarada limpia, como ordenaba la ley a todas las mujeres, si bien la Virgen María no era impura como ellas, ni deudora de la misma limpieza, ni siquiera la necesitaba. Mas la Virgen María obró así por amor, no queriendo hacer de menos a las demás mujeres, ni pretendiendo apartarse de entre ellas” (La libertad cristiana, Martín Lutero, Obras de Martín Lutero, t. 1, Bs. As., Ed. Paidós, 1967, pág.165.

“Ella es llena de gracia, proclamada ser enteramente sin pecado (algo excesivamente grande). Para que la gracia de Dios la llenara con todo bien e hiciera que ella libre de todo mal.” (Pequeño Libro de oración, 1522).

“Ella es la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo...ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.” (Sermón, Navidad 1531).

“Poco más de un siglo más tarde, precisamente el 8 de diciembre de 1661, en la Bula Sollicitudo omnium Ecclesiae, el papa Alejandro VII básicamente ratificó lo actuado por su antecesor Sixto IV y el concilio de Trento, llamando a la inmaculada concepción “un antiguo y piadoso sentir” que abrazan “ya casi todos los católicos”. En 1708 Clemente XI hizo de la fiesta una observancia obligatoria para toda la Iglesia Católica.” 


Esto demuestra en efecto la maduración y comprensión del dogma de la inmaculada y la reticencia Trento y del predecesor del Papa Sixto, no es de extrañarse que los Obispos reunidos en el concilio de Trento bajo la guía del Espíritu Santo que inspiraría a los Obispos conciliares a no apresurar la definición dogmatica cuando en efecto el Papa Clemente XI tomando las justas mediadas en su guía pastoral hizo de la fiesta una observancia obligatoria para toda la Iglesia Católica, bajo el sentir universal de la Iglesia.


“5. La mendacidad de Pío IX.
Como puede verse, la doctrina de la inmaculada concepción avanzó lentamente no como algo reconocido por todos desde el principio, sino como una novedad que de manera gradual y progresiva ganó terreno en la piedad popular. Inicialmente rechazada por los teólogos más eminentes, fue luego defendida por otros y de a poco admitida con reservas, con creciente simpatía por parte del Magisterio.”

El dogma de la Inmaculada Concepción avanzo como debería avanzado, como Dios habría de permitir a la Iglesia desarrollar una teología mas plena al respecto del doma mismo, la misma tardanza en develarse plenamente el dogma de la Inmaculada nos dice que es un misterio divino limitado para una mente finita como la humana, que estos doctores de la iglesia no hayan podido contemplar el dogma desarrollado plenamente en el tiempo que vivieron no es culpa de ellos, sobre esto Dios nos vuelve a recordar; “Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así, como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes.” Isa 55:8-9.


“Vistos los antecedentes históricos, no es de extrañar que finalmente en el siglo XIX la inmaculada concepción fuese elevada a la categoría suprema de dogma de fe católica definida por Pío IX en la Bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854. La parte de la Bula que contiene la definición propiamente dicha es como sigue:
Para honor de la santa e indivisa Trinidad, para gloria y ornamento de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y acrecentamiento de la religión cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe por tanto ser firme y constantemente creída por todos los fieles.
A la cual le sigue, como no podía ser de otro modo, el anatema de rigor:
Por lo cual, si alguno, lo que Dios no permita, pretendiere en su corazón sentir de modo distinto a como por Nos ha sido definido, sepa y tenga por cierto que está condenado por su propio juicio, que ha sufrido naufragio en la fe y se ha apartado de la unidad de la Iglesia, y que además, por el mismo hecho, se somete a sí mismo a las penas establecidas por el derecho, si lo que en su corazón siente se atreviere a manifestarlo de palabra o por escrito o de cualquiera otro modo externo.
Este texto figura en Denzinger # 1641. Lo que no aparece allí es la fundamentación que Pío IX ofreció en la citada Bula.”

La fundamentación del dogma de la Inmaculada es la voz unánime de los Padres unívocamente en su favor, y los teólogos, cardenales Obispos y el sentir del pueblo de Dios que no ha dejado de venerara a la santa madre y reconocer siempre sus insignes prerrogativas, dice Pio IX:

“Se prepara un examen detenido del asunto.

De aquí que hayamos elegido algunos varones eclesiásticos, respetables por la piedad y muy peritos en la disciplinas teológicas y algunos Venerables Hermanos Nuestros, Cardenales de la Santa Iglesia Romana, ilustres por su virtud, religión, consejo, prudencia y ciencia de las cosas divinas, y les hayamos encomendado que según su prudencia y saber se encargasen de examinar detenidamente este gravísimo asunto y luego Nos trasmitieran diligentísimamente su parecer. Al obrar así creíamos seguir las ilustres huellas y emular los ejemplos de Nuestros ilustres Predecesores. (Pio IX Magisterio 303)


“El hecho es que en dicho argumento se falsea de manera difícilmente accidental la verdad acerca del origen, desarrollo y aceptación de la doctrina que se proclama. He aquí algunas de las afirmaciones más interesantes de Pío IX:
La Iglesia Católica, dirigida por el Santo Espíritu de Dios, es la columna y el fundamento de la verdad y siempre ha sostenido como divinamente revelada y como contenida en el depósito de la revelación celestial esta doctrina concerniente a la inocencia original de la augusta Virgen –una doctrina que está tan perfectamente en armonía con su maravillosa santidad y preeminente dignidad como Madre de Dios- y así nunca ha cesado de explicar , de enseñar y de promover esta doctrina época tras época de muchas formas y por actos solemnes. (negritas añadidas).
Como vimos, es patentemente falso que esta doctrina haya sido creída siempre, ni siquiera dentro de la Iglesia de Roma.”

No se falsea nada, los hechos históricos están ahí, no dudo que Pio IX no haya tenido en cuenta una Tradición bien marcada en sustentar sus palabras.


“Pero hay más mentiras:”
Ahora, en la medida en que todo cuanto pertenece a la adoración sagrada está íntimamente conectado con su objeto y no puede tener ni consistencia ni durabilidad si tal objeto es vago o incierto, nuestros predecesores, los Romanos Pontífices, por tanto, mientras dirigían todos sus esfuerzos hacia un aumento de la devoción, hicieron su objetivo no sólo el de enfatizar el objeto con el mayor celo, sino también de enunciar la doctrina exacta. (negritas añadidas).
Por el contrario, como hemos visto, los papas Sixto IV y Alejandro VII, así como el Concilio de Trento, fueron deliberadamente vagos en sus enseñanzas al respecto, absteniéndose de definiciones dogmáticas al respecto.”

Que los papas Sixto IV y Alejandro VII, y el Concilio de Trento no haya hondado en su enseñanza acerca de esta doctrina (cuando aun estaba en proceso su definición), no significa que dichas enseñanzas no hayan sido exactas a pesar de la carencia de las mismas en sus resoluciones, tampoco creo que se hayan “abstenido de elevarlo a la calidad de dogma”, cuando quizás ni siquiera fue esta la intención.


“Habiendo mentido acerca de la actitud de la Iglesia y de sus predecesores, Pío IX no vaciló en mutar la verdad acerca de los teólogos:
Todos son conscientes de con cuánta diligencia esta doctrina de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios ha sido transmitida, propuesta y defendida por las más destacadas órdenes religiosas, por las más celebradas academias teológicas, y por eminentísimos doctores en las ciencias de la teología. (negritas añadidas).
Esto sería verdad si se excluyera a todos los Padres orientales y occidentales de los primeros siglos, y a Bernardo de Claraval, Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, Buenaventura, Alberto Magno y Tomás de Aquino...”

Pío IX no muto a ningún teólogo como el mismo rectifico en el comentario anterior. Lo que si tenemos que dejar bien claro es que Santo Tomas de Aquino, Bernardo de Claraval, Pedro Lombardo y Alberto Magno, ni ninguno Padre o ningún otro de los escolásticos que tuvieron sus reservas en cuanto a pronunciarse a favor de la creencia en la Inmaculada, sus pensamientos y escritos estaban tan distantes en apoyar las creencias protestantes que circulan hoy día como comentábamos con anterioridad, mismo Santo Tomas refuta la posición protestante cuando afirma; “En cambio, la Virgen María sí contrajo el pecado original, aunque fue purificada del mismo antes de nacer del seno materno.” (Suma Teologia Qu.27 a.2).

Las dificultades que encontraron los escolásticos como Santo Tomas y algunos de sus contemporáneos era la duda de (¿cómo podría haber sido redimida si no peco?). Los teólogos olvidaron que entre santificación antes de la infusión y santificación después de la infusión había un término medio: santificación del alma en el momento de la infusión y su principal dificultad era la declaración de San Pablo en (Romanos 5:12). Para los teólogos de esta época a diferencia de la negación de los protestantes no era que se dudase de que si fue santificada en el vientre o no como los protestantes (sino que para ellos era una cuestión de tiempo).


“Y ciertamente, ilustres documentos de venerable antigüedad, tanto de la Iglesia Oriental como de la Occidental, muy vigorosamente testifican que esta doctrina de la Inmaculada Concepción de la Beatísima Virgen, la cual fue cotidianamente más y más espléndidamente explicada, establecida y confirmada por la más alta autoridad, enseñanza, celo, conocimiento, y sabiduría de la Iglesia, y la cual fue diseminada entre todos los pueblos y naciones del mundo católico de manera maravillosa – esta doctrina siempre existió en la Iglesia como una doctrina que ha sido recibida de nuestros ancestros, y que ha sido estampada con el carácter de una doctrina revelada.” (negritas añadidas)
No existe la más mínima evidencia histórica de esta afirmación, y de hecho Pío IX no pudo citar ninguno de los “ilustres documentos” de los que presume. Para proclamar como dogma una doctrina que era por entonces creída, este Papa formuló una serie de declaraciones tan altisonantes como huecas. No había documentación que pudiera probar sus aseveraciones y por tanto, ellas fueron realizadas sin aporte documental alguno.”


Después de haber ya consultado los escritos de los Padres ante la negación de Savari, no estaría demás alguna evidencia “extra” de algunos otros Padres.

San Vicente de Lernis: “A causa de esta unidad de persona y en razón de este mismo misterio, es perfectamente católico creer que cuando nació la carne del Verbo de una Madre incontaminada, fue el mismo Dios Verbo quien nació de una Virgen. Negarlo seria una impiedad grande. Nadie, pues, intente jamás privar a María Santísima del privilegio de esta gracia divina y de una gloria tan especial.” [Conmonitorio de San Vicente de Lernis 434 d.C].

El Pseudo-Gregorio Niceno: "...de la Virgen Santa ha florecido el árbol de la vida y de la gracia... De hecho, la Virgen Santa se ha hecho manantial de vida para nosotros... En María solamente, inmaculada y siempre virgen, floreció para nosotros el retoño de la vida, ya que sola ella fue tan pura en el cuerpo y en el alma, que con mente serena respondió al ángel...". (Homilía sobre la Anunciación; La Piana, 548-563).


San Romano, el Melode: “Joaquín y Ana fueron liberados de la verguenza de la esterilidad y Adán y Eva de la corrupción de la muerte, oh Inmaculada, por tu natividad. Esta festeja hoy tu pueblo, rescatado de la esclavitud de los pecados, clamando a ti: 'La estéril da a luz a la Madre de Dios, madre de nuestra vida'”. (Himno de la Natividad de Maria; Maas-Trypanis I, 276-280).


San Proclo de Constantinopla: "Ha sido sanada Eva... Por eso le decimos: "Bendita tú entre las mujeres" (Lc 1,42), la sola que has curado el dolor de Eva, la sola que enjugaste las lágrimas de la atribulada...". (Homilía V sobre la Madre de Dios; PG 65, 715-727).



“En consecuencia, ya que es evidente que las consideraciones sobre las que la definición de la Inmaculada Concepción se fundamenta son irremediablemente falsas, no cabe pensar mejor acerca de la doctrina misma. 
Fernando D. Saraví
Revisado en Junio de 2004.”


Comentario conclusivo:

María Inmaculada es el resultado de la fidelidad y misericordia de Dios que no se desdice de su designio de salvación a pesar del obstáculo del pecado, el obstáculo de algunos de sus hijos, y el obstáculo de quien como los protestantes se empeñen en oponerse y a veces sin las razones justificables. Mientras que nuestros hermanos separados siguen con las mismas dificultades en comprender las doctrinas Marianas, y incluso llegar a concluir de la misma forma que Savari, los católicos tenemos que ser pacientes en el trato de nuestros hermanos separados y defender a nuestra Madre como ella quiere ser defendida, con respeto, claridad y caridad, nuestra madre Iglesia no dejara de proclamar la verdad de su doctrina en las generaciones futuras, aunque siguán surgiendo sus opositores, los católicos volveremos a mirar atrás la evidencia histórica de la Iglesia para refutar a los futuros detractores.

Dios te bendiga.

Comentarios

pelicano ha dicho que…
Muy buen articulo hermano Jorge.

Ahora tambien estoy en blogger, le dejo la direccion de mi blog porsi quiere unirse:

http://apologeticauniversal.verdaderafe.org/

Un fuerte Saludo

Dios le Bendiga

pelicano
Veni Domine Iesu ha dicho que…
Saludo estimado hermano Pelicano, gracias por su comentario, y bienvenido a la blogesfera, Dios le guarde y la Virgen le proteja, y adelante en la promocion de nuestra fe...

Atte su hermano Jorge...

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