¿Por qué la devoción a María?



Por Silvia Cabrera


Nuestra fe y entrega a María no debe de estar basada en una devoción o preferencia de nombres. No fuimos nosotros los que tomamos la iniciativa de dar importancia a la Santísima Virgen. Nosotros solo continuamos algo que el Señor mismo comenzó. Es Él quien la eligió, quien hizo de ella su obra predilecta y la colmó de gracias por sobre toda criatura. Nuestra devoción no se basa en sueños ni fantasías, sino en la fe en la Palabra y obrar de Dios. No tenemos que recurrir a revelaciones privadas, leyendas o fantasías. Nos basamos en la enseñanza bíblica, en el dogma y manifestación de María en el pueblo de Dios.

Dios hizo de María la criatura más extraordinaria del universo, "su obra maestra", la perla del cosmos" y, como la denomina T. De Charlin, "su mejor invento". Si quisiéramos, no culminaríamos fácilmente la tarea de enumerar las gracias que Dios otorgó a la Santísima Virgen. Traigamos a nuestra mente y a nuestro corazón solamente alguno de los dones más significativos que Dios le regaló y que, en su persona, nos regaló a todos nosotros.
 

María es singular y única por su relación con la Santísima Trinidad.

Es la hija predilecta del Padre Dios, su humilde y fiel sierva – quien no quiere hacer sino su voluntad 


Es Madre y esposa del Verbo Encarnado y Santuario Viviente del Espíritu Santo.

Ella es singular y única en su relación con Cristo Jesús.

Ademas, Dios la puso al lado del Señor como segunda Eva, haciendo de ella la ayuda permanente en toda la obra de la redención. Incluyendo el inicio, en la encarnación del Verbo, en la culminación de su obra en el sacrificio del Gólgota y en la aplicación de los frutos de su redención. María es madre de Cristo, corredentora y mediadora de todas las gracias. Por eso podemos afirmar que el plan de Dios ambos, Cristo y María, son verdaderamente inseparables.

María es singular y única como encarnación del ideal del hombre redimido. Ella es el vivo retrato del hombre nuevo en su plenitud. Dios quiso mostrarnos en la Inmaculada la victoria total de Cristo, Redentor del hombre. Por ella aplasta la cabeza de la serpiente. La mujer vestida de sol y coronada de estrellas es la señal que Dios hace brillar y que esparce su luz sobre el mundo. Es el signo de esperanza que nos muestra el camino de la salvación como una antorcha ardiente y luminosa.

María en singular y única en su relación con la Iglesia, de la cual es, a la vez, miembro mas distinguido y Madre bondadosa. Su regazo materno es el refugio de los pecadores y el lugar de encuentro y unidad para el pueblo de Dios. En función materna, María nos enseña el auténtico seguimiento de Cristo, es decir, nos enseña a escuchar su palabra y ponerla en práctica, diciéndonos siempre:
"Haced lo que Él diga". (Jn. 2-5) Si queremos saber cómo debe de ser el

discípulo del Señor, solamente tenemos que mirarla a ella. Cuando dios ama, muestra su amor con hechos. María lo sabe y lo canta en su "Magnificat": "Porque el Señor ha hecho en mí maravillas". (Lc. 1:49). Nuestra devoción a María está basada en hechos y en una fe que es en sí un regalo de Dios a los humildes. "Bendita entre todas las mujeres" la aclama incesantemente la Iglesia. "Tú eres la Gloria de Jerusalén; Tú, la alegría de Israel; Tú, el orgullo de nuestra raza."

Dios te bendiga...

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