La Inquisición contra el absolutismo.
La Inquisición vela por la ortodoxia católica. Lo primero,
pues, es preguntarse si la ortodoxia es deseable. Desde el punto de vista del
individuo, naturalmente cualquier católico debería responder que sí: la Iglesia
hasta hoy sigue manteniendo la ortodoxia y definiendo las herejías que
aparecen, gobernando a los fieles mediante sus pastores. Pero los Estados
anticristianos ya no reconocen eficacia a los medios que tiene la Iglesia ―el
Derecho canónico― para llevar a cabo esta tarea, y mucho menos dejan que la
ortodoxia inspire su legislación. Ésta se queda, como mucho, en una
recomendación: o la tomas o la dejas.
Pero., ¿tiene la ortodoxia alguna ventaja, aparte de lo
relativo a la salvación individual, que beneficie a todos y justifique un lugar
en la vida pública? Que la ortodoxia católica presida las instituciones
políticas; ¿es algo objetivamente bueno, incluso para el no creyente?
Decía G.K. Chesterton:
“La idea del nacimiento a través de un Espíritu Santo, de la muerte de un ser divino, del perdón de los pecados, del cumplimiento de las profecías, son ideas que, cualquiera puede verlo, no necesitan más que un toque para convertirlas en algo blasfemo o feroz. [...] El menor error introducido en la doctrina causaría inmensos trastornos en la felicidad humana. Una frase mal redactada sobre la naturaleza del simbolismo habría destruido las mejores estatuas de Europa. Un desliz en las definiciones y se detendrían todas las danzas, se marchitarían todos los árboles de Navidad y se romperían todos los huevos de Pascua.”
La herejía tiene sus consecuencias. El conocimiento de las
cosas tiene repercusión en los actos del hombre. Las ideologías, los
"ismos" de los siglos XIX y XX -producto obvio y claro del
Liberalismo Mason- cuando llevaban a cabo sus terribles proyectos sociales y
políticos no estaban sino desarrollando la particular visión del hombre y su
naturaleza que les aportaban sus respectivas "filosofías". La mas
terrible de todas era la idea del Soberano Absoluto (Absolutismo) versus el
Derecho Foral (Libertad Social) surgida de las tesis mas terribles del
liberalismo.
Cuenta Antonio Pérez, que estando Felipe II en la iglesia de
San Jerónimo de Madrid, un orador dijo queriendo adularle, que "el rey era
absoluto". Siendo el absolutismo un producto perverso del protestantismo,
el auditorio se escandalizó, y fray Fernando del Castillo, del Santo Oficio
tomó cartas en el asunto juzgando que tal afirmación era una barbaridad, pues
la Iglesia era firme defensora del derecho foral. La "terrible condena
inquisitorial" fue ni más ni menos que obligar al adulador a retractarse
de dicha afirmación en el mismo púlpito.
El absolutismo teórico -sus alegatos y apologías mejor
articuladas- se configuran en Inglaterra con Thomas Hobbes y el menos conocido
Sir Robert Filmer. Será Filmer el que establezca la analogía entre el Rey y el
Patriarca en su obra titulada Patriarcha, or the Natural Power of Kings. Con la
comparación que traza Filmer entre rey y patriarca, este autor se revelaba como
un firme partidario del poder monárquico en su sentido patrimonialista: lo
mismo que el clan es una posesión de su patriarca y éste sobre su parentela
ejerce un poder absoluto, así se supone que el Rey tendría derecho de
comportarse con sus súbditos y su reino. Es interesante advertir que John Locke
construyó todo el edificio de su filosofía política contra la filosofía
patriarcalista filmeriana.
Frente a tales errores filosóficos surgió la figura de Juan
de Mariana de la Compañía de Jesús, para pulverizar cualquier tentación
absolutista; pues, fiel al sentido tradicional, la mejor Monarquía Hispánica
nunca fue absolutista (a menos que se quiera abusar del término "absolutista"
para enturbiar demagógicamente la realidad histórica) y mucho menso liberal.
La idea de un rey que no es un dios ni divino, un rey
limitado por la naturaleza de las cosas, limitado por el derecho natural y la
justicia, limitado por las tradiciones y libertades establecidos por los
pueblos: ese es el rey de la monarquía tradicional ibérica, ese es el rey
portugués, ese es el rey de Las Españas. Ese es un rey que se adecuará a las
idiosincrasias locales, posibilitando un Imperio en que conviven culturas de
todo el mundo. Se trata de un régimen político radicalmente distinto tanto del
absolutismo cuanto del liberalismo, se trata del régimen político que organiza
la hispanidad.
Con un poco de labor preventiva, la Inquisición aseguró una
España unida en la que no entraría el fratricidio masivo que caracterizó a la
Europa protestante y así se mantuvo hasta la invasión militar e ideológica de
Napoleón, que sembró una semilla de discordia que todavía padecemos después de
dos siglos y numerosas guerras civiles, todas ellas directamente imputables a
esta nueva cuña revolucionaria en la unidad católica.
La Inquisición, defendiendo la ortodoxia, evito el
absolutismo que abrazaron los príncipes europeos a quienes Lutero brindó la
oportunidad de convertirse en la suprema autoridad religiosa de su reino. Y la
Inquisición, de propina, salvó almas: algo que tienden a ignorar los
"caritativos" católicos que olvidan la mayor caridad de todas. Cuando
recordamos a los malcontents o agraviados que en 1827 se rebelaron en Cataluña
contra el "despotismo ministerial" al grito de "¡Viva la
Inquisición y muera la policía!".
¿Qué fue entonces lo que ocurrió? Muy sencillo. En una
Europa conmocionada por la tragedia que trajo consigo la Revolución francesa
que Napoleón se encargó de extender, los monárquicos europeos se agarraron a la
doctrina absolutista, como quien se agarra a un clavo ardiendo. Tampoco era
algo novedoso: la tentación del absolutismo planeó siempre sobre todas las
monarquías europeas (podríamos remontarnos al conflicto entre Imperio y papado),
pero la Iglesia Católica atemperó esa perniciosa tendencia.
La decadencia era total. la nuevas ideas ilustradas eran la
amenaza más próxima y debían ser combatidas. Las principales figuras de la
Ilustración Española fueron partidarias de la abolición de la Inquisición.
Muchos de los ilustrados españoles fueron procesados por el Santo Oficio, entre
ellos Olavide, Iriarte y Jovellanos. Éste último elevó un informe a Carlos IV
en el que señalaba la ineficacia de los tribunales inquisitoriales.
La lucha contra la Inquisición en el interior se produjo
casi siempre de forma clandestina. Los primeros textos que cuestionaron el
papel inquisitorial y alababan los ideales masónicos y liberales. La Inquisición
tenia los días contados.
Continuara…
Bibliografía.
Inquisición: Historia Critica. R. García Cárcel y D. Moreno.
La Inquisición Española. Henry Kamen.
Inquisición sobre la Inquisición. y La Inquisición. Las diez
sorpresas. Alfredo Junco.
La leyenda negra y la verdad histórica: contribución al
estudio del concepto de España en Europa. Julián Juderías y Loyot.
Proceso contradictorio a la Inquisición española. Jean
Dumont.
Historia de los heterodoxos españoles. Marcelino Menéndez
Pelayo.
Comentarios