La Iglesia no puede perecer. San. Fco de Sales
San Fransico de Sales, Carta abierta a los protestantes.
Tercera seccion.
Dicen algunos, para no someterse al yugo de la santa obediencia que debemos a la Iglesia, que esta habia perecido hace mas de ochenta años, quedando muerta y enterrada, y que se habia extinguido la verdadera luz de la santa fe. Todo eso es pura blasfemia contra la Pasión de Nuestro Señor, contra Su providencia, contra Su bondad y contra Su verdad. ¿No recordais las palabras de Nuestro Señor: Y cuando Yo seré levantado en la tierra, todo lo atraeré a Mi (Jn 12,32)? ¿No fue, por ventura, ya levantado en la cruz? ¿No sufrio? Y entonces, ¿como habria soltado a la Iglesia, que atrajo a Si? ¿Como abandonaria a esta presa que tan cara Le costo? El diablo, principe de este mundo, ¿habia sido echado con el santo baston de la cruz (Jn 12,31)por un periodo de solo 300 o 400 anos, para volver a dominar el mundo por espacio de mil anos? ¿De esta manera queréis vaciar la cruz de Su fuerza? ¿Sois arbitros de tan buena fe que queréis repartir inicuamente a Nuestro Señor, alternando con Su divina bondad la malicia diabolica? ¡No, No! Cuando un hombre valiente y bien armado guarda su palacio, sus bienes estan seguros; pero si otro mas valiente que él asaltandolo lo vence, lo desarmara de todos sus arneses en que confiaba, y repartira sus despojos (Lc 11,21-22). ¿Ignorais que Nuestro Senor ha ganado Su Iglesia con Su propia Sangre (Ac 20,28)? ¿Quién podra arrebatarsela? ¿Lo creéis mas débil que Su adversario?.
Os pido que hablemos honradamente de este capitan: ¿habra alguien que pueda arrebatarle la Iglesia de Sus manos? Si acaso respondéis que puede conservarla pero no lo ha querido, entonces estais atacando Su providencia, Su bondad, y Su verdad. La bondad de Dios, subiendo a las alturas, dio dones a los hombres; a unos ha constituido apostoles, a otros profetas, y a otros evangelistas, y a otros pastores y doctores, para la perfección de los santos en las funciones del ministerio, en la edificación del cuerpo de Cristo (Ep 4,8; 4,11-12). ¿Estaba ya hecha la consumación de los santos hace mil cien o mil doscientos anos? ¿Estaba ya terminada la edificación del Cuerpo Mistico de Cristo, que es la Iglesia? O dejais de llamaros constructores o decis que no; pero, si no estaba terminada, tal como no lo esta ahora, ¿por qué ofendéis la bondad de Dios diciendo que quito a los hombres lo que previamente les habia dado? Una de las cualidades de la bondad de Dios, como dice San Pablo, es que Sus dones y Sus gracias son sin arrepentimiento (Rm 11,29), esto es, El no da para quitar.
Su divina providencia, desde que creo el hombre, el cielo, la tierra y todo cuanto contienen el cielo y la tierra, todo lo conservo y conserva perpetuamente, de tal manera que no se extingue ni siquiera la generación del menor de los pajarillos. ¿Qué diremos entonces de la Iglesia? Todo cuanto fue creado en este mundo no Le costo mas que una simple palabra: Porque El hablo, y quedaron hechas las cosas (Ps 148,5). Todo lo conserva con una perpetua e infalible providencia. ¿Como, os ruego, habria abandonado a Su Iglesia, que Le costo tantas penas y trabajos, y Su misma Sangre?.
El saco a Israel de Egipto, de los desiertos, del Mar Rojo, de tantos cautiverios y calamidades, ¿y vamos a creer que haya dejado el Cristianismo mismo sumirse en la incredulidad? Habiendo tenido tanto cuidado con Agar, ¿despreciara ahora a Sara? Habiendo favorecido tanto a la esclava expulsada de su casa (Gn 21,10-12), ¿no tendra ahora cuidado con Su legitima Esposa? ¿Habra honrado tanto la sombra para abandonar el cuerpo? ¡Qué inutiles habrian sido entonces las promesas hechas sobre la perpetuidad de Su Iglesia!.
El salmista dice de la Iglesia que Dios la fundo para siempre (Ps 47,9). Su trono (ya que habla de la Iglesia, trono del Mesias, Hijo de David, en la Persona del Padre Eterno) permanecera como el sol y la luna de generación en generación (Ps 71,5); Su linaje durara eternamente, y Su trono resplandecera para siempre en mi presencia (Ps 88,37-38); Daniel la llama reino que no se extinguira eternamente (Da 2,44); el angel dijo a María: Su Reino no tendra fin (Lc 1,33), y habla de la Iglesia del modo como probabamos en otro lugar; Isaias lo predijo de esta manera, refiriéndose a Cristo: Si se da a Si mismo en expiación, vera descendencia y alargara Sus dias (Is 53,10), de generación en generación (Is 51,8); y en otra parte: Haré con ellos una alianza eterna (Is 61,8)... y todos los que los vean (y habla de la Iglesia visible) reconoceran que son el linaje bendito del Senor (Is 61,9).
Pero decidme, por favor, ¿quién pudo encargar a Lutero y Calvino revocar tantas y tan santas solemnes promesas de perpetuidad que Nuestro Senor hizo a Su Iglesia? ¿Acaso no es Nuestro Senor quien, hablando de la Iglesia, dijo que las puertas del infierno no prevaleceran contra ella (Mt 16,18)? ¿Y como podria realizarse esta promesa si la Iglesia hubiese estado abolida durante mas de mil anos? Y el dulce adios que Nuestro Senor dirigio a Sus Apostoles: Ecce ego vobiscum sum usque ad consummationem saeculi (Mt 28,20), ¿como podriamos entenderlo si decimos que la Iglesia puede perecer? ¿Deberiamos romper la hermosa regla de Gamaliel que, hablando de la Iglesia naciente, dijo: Si este designio es obra de hombres, ella misma se desvanecera; pero si es cosa de Dios, no podréis destruirla (Ac 5,38-39)? ¿La Iglesia no es obra de Dios? ¿Como podemos entonces decir que se disipo? Si este hermoso arbol eclesiastico hubiese sido plantado por manos humanas, facilmente admitiria yo mismo que podria ser arrancado; pero, habiéndolo sido por tan buena mano como la de Nuestro Senor, mi único consejo para los que gritan a toda hora que la Iglesia habia perecido es lo que dice Nuestro Senor: Toda planta que mi Padre Celestial no ha plantado, arrancada sera de raiz.
Dejadlos: ellos son unos ciegos que guian a otros ciegos (Mt 15,13-14); pero el arbol que Dios planto no sera arrancado nunca. San Pablo dice que todos resucitaran en Cristo, pero cada cual a su turno; Cristo como el primero, después los que son de Cristo, y después sera el fin (1Co 15,23-24). Entre Cristo y los Suyos, a saber, la Iglesia, no hay nada intermedio, ya que, habiendo subido al cielo, los dejo en la tierra. Asimismo, no hay nada entre la Iglesia y el fin, visto que ella debe durar hasta el fin de los tiempos. ¿No era preciso, por ventura, que Nuestro Senor reinase en medio de Sus enemigos hasta que todo lo haya sometido debajo de Sus pies, dominando a Sus enemigos? (Ps 109,1-3; 1Co 15,25) ¿Y como se cumplirian estas palabras si la Iglesia, Reino de Nuestro Senor, se hubiese perdido y destruido? ¿Como podria reinar sin reino, como reinaria entre Sus enemigos, si carecia de reino en este mundo? Notad bien: si esta Esposa murio después de haber tomado vida del Costado de Su Esposo, dormido en la cruz, -repito, si murio, ¿quién la habria resucitado? ¿No sabéis que la resurrección de los muertos es un milagro no menor que la creación, y mucho mayor que la continuación y conservacion? ¿No sabéis que la reformación del hombre es un misterio mucho mas profundo que su formación, y que en ésta Dios dijo, y fue hecho (Ps 148,5)? El inspiro el alma viva (Gn 2,7), y, ni bien lo hizo, el hombre comenzo a respirar.
Pero en su reformación Dios empleo treinta y tres anos, sudo Sangre y Agua, y hasta murio por esta renovacion. Aquel que entonces tuviere el atrevimiento de decir que la Iglesia esta muerta, acusa la bondad, diligencia y sabiduria de este gran Reformador o Resucitador; y si alguien cree ser su reformador y resucitador, se atribuye el honor debido a uno solo, Jesucristo, y se hace mas que el Apostol. Los Apostoles resucitaron a la Iglesia, sino que la conservaron por su ministerio, después de haberla establecido Nuestro Senor; asi, ¿no merece sentarse en el trono de la temeridad el que diga de si mismo que, habiéndola encontrado muerta, la resucito? Nuestro Senor puso en la tierra el fuego de Su Caridad (Lc 12,49); los Apostoles, con el aliento de su predicación, lo hicieron crecer y extenderse por todo el mundo.
Dicen que habia sido extinto por las aguas de la ignorancia y de la iniquidad, ¿y quién podra reavivarlo? Si soplarlo no sirve de nada, ¿entonces qué? ¿Haria falta de nuevo entrechocar los clavos y la lanza contra Jesucristo, Piedra Viva, para hacer brotar un nuevo fuego, o bastaria que Calvino y Lutero estuviesen en este mundo para encenderlo? Verdaderamente serian terceros Elias, porque ni Elias ni San Juan Bautista consiguieron tanto; irian mas lejos que todos los Apostoles que llevaron este fuego por el mundo sin haberlo encendido. "Oh voz impudente -dice San Agustin a los Donatistas- la Iglesia ya no existira porque tu no estas en ella"? No, dice San Bernardo: "Cayeron las lluvias, y los rios salieron de su madre, y soplaron los vientos y dieron con impetu contra la tal casa; mas no fue destruida, porque estaba fundada sobre piedra (Mt 7,25) y la piedra es el propio Cristo" (1Co 10,4).
¿Y que significa decir que la Iglesia perecio, sino que todos nuestros antepasados estan condenados? Asi seria efectivamente, ya que fuera de la verdadera Iglesia no hay salvación, y fuera de esta arca santa todo el mundo se condena.
¡Qué retribución para nuestros buenos padres, que tanto sufrieron para preservarnos la herencia del Evangelio, y ahora sus hijos arrogantes se rien de ellos y los tienen por locos e insensatos! Quiero concluir estos argumentos con San Agustin y decir a vuestros ministros: "¿Qué nueva nos traéis? ¿Sera necesario, acaso, sembrar la buena simiente otra vez, aunque la sembrada haya de crecer hasta la siega? (Mt 13,30). Si decis que se perdio en todo lugar la sembrada por los Apostoles, os responderemos: leed esto en las Sagradas Escrituras -lo que nunca podréis ciertamente leer, ya que antes deberiais mostrarnos que es falso lo que esta escrito- que la simiente que se sembro al principio crecera hasta el tiempo de la siega". La buena simiente son los hijos del Reino, la cizaña son los malos, la siega sera el fin de los tiempos (Mt 13,38). No digais entonces que la buena simiente fue abolida o sofocada, dado que crece hasta la consumación de los siglos.
Argumentos de los adversarios y sus respuestas
1. ¿No fue la Iglesia totalmente abolida cuando pecaron Adan y Eva? Respuesta: Adan y Eva no eran la Iglesia, pero si el comienzo de la Iglesia; y no es verdad que hubiese sido abolida entonces -si es que alguna vez lo hubiese sido-, ya que no pecaron ni en la doctrina ni en la fe, sino solamente en el actuar.
2. ¿No adoro Aaron, sumo sacerdote, con todo el pueblo, el becerro de oro? Respuesta: Aaron no era aun ni sumo sacerdote ni jefe del pueblo, siéndolo solo mas tarde (Ex 4,16). Ni siquiera es verdad que todo el pueblo fuese idolatra, visto que los hijos de Levi eran gente de Dios. ¿No se unieron a Moisés (Ex 11,12-13; 32; 33,26)?
3. Elias se queja de ser el único en Israel. Respuesta: Elias no era el único hombre bueno en Israel, puesto que habia siete mil hombres que no habian caido en la idolatria (1S 19,18), y lo que el profeta dice es solo para expresar mejor la justicia de su queja. Tampoco es verdad que aunque todo Israel hubiese fallado, la Iglesia haya sido abolida, pues Israel no era toda la Iglesia, visto que ya habia sido separado por el cisma de Jeroboan (1S 12,31; 28), y el Reino de Juda era la mejor y la principal parte. Tampoco se refiere a Juda, sino a Israel, a profecia de Azarias que dice que se quedaria sin sacerdotes y sin sacrificios (2Ch 15,3).
4. Isaias dice que en Israel no habia nada sano desde la planta del pie hasta la cabeza (Is 1,6). Respuesta: Son formas de hablar para detestar con vehemencia el vicio del pueblo; y aunque los profetas, pastores y predicadores, usen esta manera genérica de hablar, no hay que creerlo en cada particular, sino sobre una gran parte, como vemos en el caso de Elias, que se quejaba de estar solo, a pesar de haber otros siete mil fieles. San Pablo se queja a los Filipenses de que cada uno buscaba su propio interés y comodidad, y, a pesar de eso, al final de su epistola reconoce que habia mucha gente de bien por todas partes (Ph 2,21). ¿Quién no sabe que David se lamentaba de que no habia quien obrara bien, ni uno siquiera? (cf. Ps 13,1) ¿Y quién no sabe, por otro lado, que habia mucha gente de bien en aquellos tiempos? Estas maneras de hablar son frecuentes, pero no por eso hay que concluir que valgan para cada caso particular. Por otro lado, con esto no se prueba que la fe hubiese faltado en la Iglesia, ni que la Iglesia estuviese muerta, porque tampoco se puede deducir que un cuerpo que esté enfermo en muchas partes esté muerto. Sin duda alguna, asi hay que entender todo lo que se encuentra de parecido en las amenazas y reprensiones de los profetas.
5. Jeremias dijo: No pongais vuestra confianza en aquellas falaces expresiones, diciendo: "Este es el Templo del Senor, el Templo del Senor, el Templo del Senor" (Jr 7,4). Respuesta: ¿Quién os dijo que, debajo del pretexto de la Iglesia, haya que confiar en la mentira? Por el contrario, quien se apoya en el juicio de la Iglesia, se apoya sobre la columna y apoyo de la verdad (1Tm 3,15); quien se fia de la infalibilidad de la Iglesia no se fia de la mentira, o es falso lo que esta escrito: Las puertas del infierno no prevaleceran contra ella (Mt 16,18). Nosotros nos fiamos de la palabra santa que promete perpetuidad a la Iglesia.
6. ¿No esta escrito que es necesario que ocurra la separación y la disensión (2Th 2,3), y que desaparecera el sacrificio (Da 12,11), y que dificilmente el Hijo del Hombre encontrara fe sobre la tierra en Su segunda venida, cuando venga como juez (Lc 18,8)? Respuesta: Estos pasajes se refieren a la aflicción que infligira el Anticristo a la Iglesia en los tres anos y medio que reinara poderosamente (Da 7,25; Ap 11,2; 12,14). A pesar de eso, la Iglesia no perecera ni siquiera durante esos tres anos y medio, pues sera alimentada y conservada en el medio de los desiertos y soledades hacia donde se retirara, como dicen las Escrituras (Ap 12,14).
La Iglesia nunca desaparecio ni permanecio oculta.
La pasión humana puede tanto sobre los hombres que los lleva a decir lo que desean aun antes de tener razones para eso, y, cuando ya dijeron algo, les hace encontrar razones donde no las hay. ¿Hay hombre de juicio en el mundo que, cuando lee el Apocalipsis de San Juan, no sepa claramente que lo que se dice de la Mujer (es decir, de la Iglesia) que huye al desierto, no vale para nuestros tiempos? Los antiguos habian dicho, sabiamente, que saber reconocer la diferencia de los tiempos en las Escrituras era una buena regla para entenderlas bien, y que, faltando a ella, los judios se enganan siempre, porque atribuyen a la primera venida del Mesias lo que es propio de la segunda; los adversarios de la Iglesia se enganan aun mas rotundamente cuando hacer la Iglesia de los tiempos de San Gregorio hasta hoy tal como debera ser en el tiempo del Anticristo.
Distorsionan asi lo que esta escrito en el Apocalipsis (Ap 12,6-14), que la mujer huira al desierto, sacando de aqui como consecuencia que la Iglesia permanecio escondida y secreta, asustada por la tirania del Papa, desde hace mil anos, hasta aparecer en Lutero y sus secuaces. ¿Pero quién no se da cuenta de que todo este pasaje alude al fin del mundo y a la persecución del Anticristo, si el tiempo esta determinado expresamente como una duración de tres anos y medio (Ap 12,6; 12,14), como también predijo Daniel (Da 12,7)? Quien quisiera, por cualquier glosa, hacer mas amplio este tiempo que las Escrituras determinaron, contradice a Nuestro Senor abiertamente, que dijo que ese tiempo sera acortado por amor de los justos (Mt 24,23).
¿Como se atreven a interpretar estas Escrituras de manera tan extraña, y tan apartada de la intención del autor, y tan opuesta a sus propias circunstancias, sin querer mirar a muchisimas otras palabras santas que demuestran y aseguran, alta y claramente, que la Iglesia jamas debe estar escondida en los desiertos hasta que llegue ese extremo, pero solo por ese poco tiempo, en que la veremos huir, y de donde la veremos salir? No quiero reproducir aqui tantos pasajes citados anteriormente, en los cuales se dice que la Iglesia se asemeja al sol, a la luna, al arco iris (Ps 88,38), a una reina (Ps 44,10.14), a una montana tan grande como el mundo (Da 2,35)y a un sin fin de cosas mas; me contentaré con recordar aqui a dos grandes coroneles de la Iglesia Antigua, que cuentan entre los mas valientes de todas las épocas: San Agustin y San Jeronimo. Habia dicho David: Habia dicho David: Grande es el Senor, y dignisimo de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
Con jubilo de toda la tierra se ha edificado el monte de Sión, la ciudad del gran rey (Salmo 47,2-3). "Es la ciudad -dice San Agustin- puesta sobre la montana, que no puede esconderse. Esta es la luz que no puede ocultarse ni ser puesta debajo de un celemin; es la concida a todos, famosa para todos", ya que sigue: Con jubilo de toda la tierra se ha edificado el monte de Sion.. Y de hecho, Nuestro Senor, que decia que nadie enciende una lampara para ocultarla debajo del celemin (Mt 5,15), ¿como habria de poner tantas luces en Su Iglesia para después ir a esconderlas en un lugar desconocido? Prosigue San Agustin: "Este es el monte que cubre la universal faz de la tierra, esta es la ciudad de la cual se dijo: No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte (Mt 5,14).
Los Donatistas (calvinistas) encuentran el monte, y cuando se les dice "sube", dicen entre si que ya no es una montana, y prefieren dar de cabeza contra ella que hallar alli una morada. Isaias dice: Sucedera al fin de los tiempos que el monte de la casa del Senor se elevara encima de los montes y se alzara encima de las colinas. Confluiran a él todas las naciones y acudiran pueblos numerosos (Is 2,2). ¿Hay algo mas visible que una montana? Mas para los que estan sentados en un rincon de la tierra hay muchos montes desconocidos. ¿Quién de vosotros conoce el Olimpo? Ciertamente ninguno, como tampoco ninguno de los habitantes de aquellas regiones conoce nuestro monte Chiddaba; estos montes estan situados en sus regiones, mas no ocurre asi con el monte de Isaias, porque llena toda la faz de la tierra.
La piedra desgajada del monte sin intervención humana (Da 2,34-35), ¿no es Jesucristo, descendiente de la raza de los judios sin intervención de varon? Y esta piedra, ¿no hirio a todos los reinos de la tierra, es decir, a todas las dominaciones de los idolos y de los demonios? ¿Y no crecio hasta llenar todo el universo? Asi, pues, es de este monte que se dijo: elevado sobre la cumbre de los montes; es un monte elevado sobre la cumbre de las montanas, y a él acudiran pueblos numerosos. ¿Quién se pierde y extravia de este monte? ¿Quién choca y se rompe la cabeza contra él? ¿Quién ignora la ciudad edificada sobre él? Pero no, no os admiréis de que sea desconocido a los que odian a sus hermanos; odian a la Iglesia, por eso caminan hasta las tinieblas y no saben para donde van; se separaron del resto del universo, son ciegos de mal talante". Estas son las palabras de San Agustin contra los Donatistas, pero la Iglesia presente se parece tanto a la antigua Iglesia, y los herejes de nuestros dias tanto a los antiguos, que, sin mudar nada mas que el nombre, los antiguos argumentos combaten a los calvinistas letra a letra, como hacian a los antiguos Donatistas.
San Jeronimo (Contra Lucifer § 14,15) interviene en esta escaramuza por otro lado, que os es tan peligroso como el otro, ya que nos hace ver con claridad que esta pretendida disipación, esta retirada y este escondimiento, destruye la gloria de la cruz de Nuestro Senor. Porque, hablando a un cismatico reunido a la Iglesia, dice: "Alégrome contigo y doy gracias a Jesucristo, mi Dios, de que hayas vuelto de buen animo del ardor de la falsedad al gusto y sabor de todos; y no digas como algunos: Oh, Senor, salvame, porque huyo la verdad de entre los hombres (Salmo 11,2); estas voces impias frustran la cruz de Jesucristo, someten el Hijo de Dios al propio diablo, e interpretan como dicha acerca de todos los hombres la queja que el Senor profirio acerca de los pecadores (cf. Salmo 29,10). Pero no creo que Dios haya muerto para nada: fue atado y despojado el poderoso, se cumplio la palabra del Padre: Pideme, y te daré las naciones en tuya, y extenderé tu dominio hasta los extremos de la tierra (Salmo2,8).
Decidme: ¿donde esta esa gente tan religiosa, o mejor, tan profana, que construye mas sinagogas que iglesias? ¿Como seran destruidas las ciudades del diablo y, por fin, como seran abatidos los idolos en la consumación de los tiempos? Si Nuestro Senor no tuvo la Iglesia, o solamente la tuvo en Cerdena, ciertamente seria demasiado pobre. Si Satanas posee a la vez, Inglaterra, Francia, el Levante, las Indias, las naciones barbaras y el mundo entero, ¿quedaran los trofeos de la cruz encogidos y apretujados en un rincon de todo el mundo"? ¿Qué diria ese grande personaje de quienes no solamente niegan que la Iglesia haya sido general y universal, sino que llegan a decir que solamente perduraba entre algunas personas desconocidas, sin querer senalar ni una sola aldehuela donde ella haya estado hasta hace cerca de ochenta anos? ¿No es esto envilecer los gloriosos trofeos de Nuestro Senor? El Padre celestial, por la grande humillación y anonadamiento que Nuestro Senor sufrio en el arbol de la cruz (Ph 2,8-9), habia hecho tan glorioso Su nombre que toda rodilla debia doblarse para reverenciarlo, pero éstos no valoran de ese modo la cruz y las acciones del Crucificado, descontandole todas las generaciones de mil anos.
El Padre Le dio en herencia una gran muchedumbre, porque habia entregado Su vida a la muerte y habia sido confundido con los facinerosos (Is 53,12)y ladrones; pero éstos empobrecen Su herencia y reducen tanto Su porción, que solo a duras penas, durante mil anos, El habra tenido ciertos servidores secretos, si es que alguno. Porque me dirijo a vosotros, oh antepasados, que llevasteis el nombre de cristianos y estuvisteis en la verdadera Iglesia: o teniais la verdadera fe o no la teniais.
Si no la teniais, oh miserables, estais condenados (Mt 16,16); pero si la teniais, ¿por qué la negasteis a otros? ¿Por qué no la dejasteis en memorias? ¿Por qué no os opusisteis a la impiedad, a la idolatria? ¿O, por ventura, no sabiais que Dios nos habia hecho responsables de nuestro projimo (Qo 17,22)? Ciertamente se cree con el corazón para conseguir la justicia, pero el que quiere conseguirse la salvación debe hacer la confesión de su fe (Rm 10,10); ¿como, entonces, podiais decir: Crei, por eso hablé (Ps 115,1)? ¡Oh, miserables, que habiendo recibido tan bello talento, lo escondisteis en la tierra! Si es asi, también vosotros estais en las tinieblas exteriores (Mt 25,25-30). -Pero si, por el contrario, -¡oh Lutero, oh Calvino!-, la verdadera fe siempre fue anunciada y continuamente predicada por todos nuestros antepasados, los miserables sois vosotros mismos, pues tenéis una fe contraria y, para tener alguna excusa para vuestras voluntades y fantasias, acusais a todos los Padres o de impiedad, como si su fe fuese falsa, o de cobardia, como si no la hubiesen proclamado.
Cuando Absalon procuro crear facciones y causar la división contra su buen padre David, se sento junto a la puerta, en el camino, y a todos los que pasaban decia: Tus pretensiones me parecen razonables y justas: la lastima es que no hay persona puesta por el rey para oirte. ¡Oh, quién me constituyese juez de esta tierra, para que viniesen a mi todos los que tienen negocios, y yo les hiciese justicia! (2S 15,3-4) Asi solevanto los animos de los israelitas. ¡Oh, cuantos Absalones se levantaron en nuestros dias, los cuales, para seducir los pueblos y arrancarlos de la obediencia a la Iglesia y a los pastores, y para instigar los animos cristianos a la rebelion y revuelta, gritaron por todas las avenidas de Alemania y Francia: "No hay nadie puesto por Dios pueda escuchar las dudas sobre la fe y resolverlas; la misma Iglesia, los magistrados eclesiasticos, no tienen el poder de determinar lo que entra en la fe y lo que se sale de ella.
Hay que buscar jueces distintos de los prelados, pues la Iglesia puede errar en sus decretos y reglas". ¿Qué proposición mas danina y temeraria podrian hacer al Cristianismo? Si la Iglesia puede errar, oh Calvino, oh Lutero, ¿a quién recurriré en mis dificultades? Dicen ellos: "a la Escritura". ¿Pero que podré hacer -pobre de mi- ya que es la propia Escritura la que me plantea tales dificultades? Mi duda no consiste en si tengo que creer o no en las Escrituras, pues, ¿quién no sabe que es la palabra de la verdad? Mi dificultad consiste en comprender estas Escrituras, sus consecuencias, pues son tantas, tan diversas y contrarias sobre un mismo asunto, que cada uno toma partido, unos por unas, otros por otras, y entre ellas solo una es salvifica. ¿Quién me hara conocer la recta de entre tantas malas? ¿Quién me hara ver la verdad auténtica en medio de tantas vanidades patentes y enmascaradas? Cada cual quiere embarcarse en la nave del Espiritu Santo, pero no hay más que una, y esa sola llegara a buen puerto: las otras naufragaran.
¡Qué peligrosa elección! Todos los pretendidos duenos proclaman sus titulos a la misma nave con igual ufania y seguridad, y asi enganan a la mayoria. El que dice que nuestro Maestro no nos dejo guias en un camino tan malo y peligroso, afirma que El quiere nuestra perdicion; el que dice que El nos embarco a la merced de vientos y mareas, sin darnos un piloto experimentado que sepa interpretar bien la brujula y la carta maritima, dice que el Señor no es providente; el que dice que este buen Padre nos envio a esta escuela eclesiastica sabiendo que en ella se ensena el error, dice que El quiso educarnos en el vicio y en la ignorancia. ¿Alguna vez ha oído alguien hablar de una academia en que todos ensenan, pero nadie sea alumno? Asi seria la republica cristiana librada a todos los particulares. Y si la Iglesia se engana, ¿quién no errara? Y si cada cual se engana o puede enganarse, ¿a quien me dirigiré para instruirme? ¿A Calvino? ¿Y por qué no a Lutero, Brence o Pacimontano? Si la Iglesia errase, no sabriamos a quién recurrir en nuestras dificultades.
Empero, quien considere que el testimonio que Dios dio de la Iglesia es auténtico, comprendera que decir que la Iglesia yerra equivale a decir que Dios yerra, o que es Su gusto y voluntad que erremos, lo que seria una gran blasfemia, porque dice Nuestro Senor: Si tu hermano pecare contra ti, diselo a la Iglesia; pero si ni a la Iglesia oyere, tenlo por gentil y publicano (Mt 18,15-17). ¿Os dais cuenta de como Nuestro Señor nos remite a la Iglesia en nuestros diferendos, cualesquier que ellas sean? ¡Cuanto mas entonces en el caso de injurias o diferendos mayores! Si estoy obligado, a partir de la regla de la corrección fraterna, a recurrir a la Iglesia para hacer enmendar a un vicioso que me haya ofendido, ¡cuanto mas obligado estaré a deferirle uno que dijere que toda la Iglesia es una Babilonia, adultera, idolatra, mentirosa y perjura! Tanto mas que su maldad podria infestar toda una region, siendo tan contagioso el vicio de la herejia que ira progresando como gangrena (2Tm 2,17). Asi, pues, cuando yo viere a alguien que diga que todos nuestros padres, abuelos y bisabuelos fueron idolatras, corrompieron el Evangelio y practicaron cuantas maldades se derivan de la corrupción de la religion, me dirigiré a la Iglesia, cuyo juicio cada uno debe aceptar.
Pues, si ella puede errar, ya no seré yo, ni siquiera el hombre, quien alimentara este error en el mundo, sino el propio Dios sera quien lo autorice y le de crédito, pues El mismo nos dijo que fuéramos a este tribunal para oir y recibir justicia; entonces, o bien El no sabe lo que hace o nos quiere enganar, o bien, por el contrario, es alli que se administra la verdadera justicia y las sentencias son irrevocables. La Iglesia condeno a Berengario; quien quisiera proseguir el debate, yo lo consideraré como gentil y publicano, a fin de obedecer a mi Senor, que no me deja en libertad a este respecto, antes bien me ordena: Tenlo por gentil y publicano. Esto mismo ensena San Pablo cuando llama a la Iglesia columna y fundamento de la verdad (1Th 3,15). ¿No quiere esto decir que la verdad esta firmemente sostenida por la Iglesia? En otros lugares, la verdad solamente se sostiene a intervalos, y con frecuencia cae, pero en la Iglesia permanece firme, sin vacilaciones, inmutable, sin vicisitudes; en pocas palabras, estable y perpetua.
Responder que lo que San Pablo quiere decir es que la Escritura fue dada en custodia a la Iglesia, y nada mas, es valuar demasiado la comparación que propone, porque una cosa es sostener la verdad y otra muy diferente conservar la Escritura. Los judios conservan una parte de la Escritura, asi como también muchos herejes, pero no por eso son columna y fundamento de la verdad. La corteza de la letra no es verdadera ni falsa, sino segun el sentido que se le dé, asi sera verdadera o falsa. La verdad consiste, pues, en el sentido, que es como la médula, y consecuentemente, si la Iglesia fuese guardiana de la verdad, el sentido de las Escrituras le habria sido entregado para guardarlo, por lo que habria que buscarlo en ella misma y no en el cerebro de Lutero, o de Calvino, o de cualquier otra persona; por consiguiente, no puede errar, ya que siempre conserva el sentido de las Escrituras.
Y, de hecho, colocar en este sagrado deposito la letra sin su sentido seria como poner la bolsa sin el dinero, la concha sin el caracol, la vaina sin la espada, el frasco sin el perfume, las hojas sin el fruto, la sombra sin el cuerpo. Pero decidme: si la Iglesia es la depositaria de las Escrituras, ¿por qué Lutero las tomo y las lleva fuera de ella, y por qué no tomais de sus manos también el libro de los Macabeos, o el Eclesiastico y todo el resto, como la Carta a los Hebreos? Porque ella también protesta haber cuidado tan celosamente unos y otros libros. En suma, las palabras de San Pablo se resisten a ese sentido que le quieren dar. El habla de la Iglesia visible; si no, ¿adonde se dirigiria a Timoteo para hablarle? La llama Casa de Dios, por lo que esta bien fundada, bien ordenada, bien cubierta contra toda clase de tormentas y tempestades de error: Ella es columna y fundamento de la verdad; en ella permanece la verdad, en ella vive, en ella se aloja; quien la busque fuera de ella, la perdera.
Es tan perfectamente segura y firme, que todas las puertas del infierno, es decir, todas las fuerzas enemigas, no podrian dominarla (Mt 16,18). Seria una plaza tomada por el enemigo si el error pudiese introducirse en las cosas que son para honra y servicio de nuestro Maestro. Nuestro Senor es la cabeza de toda la Iglesia (Ep 1,22 Ep 5,23). ¿No tenéis vergüenza de decir que el cuerpo de un jefe tan santo es adultero, profano, corrompido? Y no se diga que se refiere a la Iglesia invisible, porque tal no existe, como ya he demostrado anteriormente. Nuestro Senor es su jefe. Dice San Pablo: Lo ha constituido cabeza de toda la Iglesia (Ep 1,22), no de una de las iglesias para dos que vosotros imaginais, sino de toda la Iglesia. Donde dos o tres se hallan congregados en Mi nombre, alli me hallo yo en medio de ellos (Mt 18,20). ¿Quién se atrevera a decir que la asamblea de la Iglesia universal de todos los tiempos fue abandonada a la merced del error y de la impiedad? Concluyo, pues, afirmando que, cuando nosotros vemos que la Iglesia universal creyo y cree en algun articulo, sea que lo veamos expreso en las Escrituras, sea que se deduzca de las mismas, o por tradición, no debemos controlar ni discutir, o dudar de él, sino prestar obediencia y honra a esta celestial Reina que Nuestro Senor gobierna, y regular nuestra fe a este nivel.
Porque, asi como habria sido una impiedad, por parte de los Apostoles, haber contestado a su Maestro, también lo seria contestar a la Iglesia; porque, si el Padre dijo del Hijo: Ipsum audite (Mt 17,5), también el Hijo dijo de la Iglesia: Si quis Ecclesiam non audiverit, sit tibi tamquam ethnicus et publicanus (Mt 18,17).
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